He leído los Diarios completos de Rafael Chirbes (Anagrama, 2021 y 2022). A ratos perdidos. Son cuatro entregas en dos volúmenes. No me mueve el chisme, me mueven el género, la lucidez y la amargura que expresan, el dolor o el daño que él mismo se inflige.
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El dietario íntimo, el diario personal, es un género que puede expresar lo más recóndito y a la vez ser impostura o impostación.

El documento que uno escribe para sí se abre a la sinceridad más descarnada, pero cuando lo sabemos destinado a la publicación, entonces el texto se corrige, se enmienda, se pule. De hecho, hay páginas en que Chirbes sólo confía en estos cuadernos de segunda, en esta literatura opaca.
Tantas dudas acerca de sí mismo. Tantas heridas antiguas y aún abiertas, mal suturadas. Tanto temblor, tantos miedos.
Escribe Chirbes con nervio, con urgencias, sabiendo que estos cuadernos lo salvan o lo eximen de la novela pendiente, del artículo por remitir, de la gran obra que todos esperan y de la que él mismo descree.
Me gusta Chirbes como escritor…al menos he leído 4 o 5 de sus novelas y ensayos…pero el primer tomo se sus diaris se me hizo algo cansino…no terminaba de aportarme ..o al menos esa fue mi sensación…me cuesta pensar que lea esta segunda parte…y que coste que no me disgusta la literatura descarnada…dura…pero esos diarios no terminaron de llegarme…
Hola, Rodolfo.
Gracias por intervenir y por dejar aquí tu comentario.
La literatura de Chirbes no pierde agudeza o rabia con esta literatura íntima, absolutamente personal.
El género del diario es antiguo y venerable. Por supuesto esperamos en esa escritura la expresión de los miedos, de las frustraciones, de los deseos, de las inseguridades.
Pero lo que también esperamos es su expresión propiamente literaria.
Al margen de esas inseguridades y rencores, de viertas opiniones indefendibles o arbitrariedades, Chirbes muestra el fondo oscuro del alma, de su interior torturado.
Asistimos a la cocina, no al plato ya preparado. Estamos en el taller emocional del escritor.