La ciudad futura. Presentación en sociedad

Anaclet Pons, Toni Zarza y yo en la Llibreria Ramon Llull, Valencia, 9 de noviembre de 2022. Un moderador generoso para un evento mercantil y fenicio, el acto de su presentación.

¿De qué va nuestro libro? Rodeados de amigos, gente nueva y gente interesada, hemos podido evocar su origen remoto y las décadas de camaradería en que este trabajo se fundamenta. Hablamos de más de cuarenta años de amistad y cooperación.

La ciudad futura. Viajes por la Europa burguesa (Barlin Libros, 2022), de Pons y Serna, parte de un documento excepcional. Y parte de un malentendido, que nos lleva al descubrimiento de un diario de viajes.

Anaclet Pons y yo conocemos el diario de José Inocencio de Llano a partir de una referencia en nota a pie de página. En un libro que consultamos hace años, su autor citaba dicho manuscrito. De pasada. Sin darle mayor importancia. Nos proporcionó la pista.

Lo sorprendente es que dicho diario se encontrase y aún se encuentre, si no me equivoco, en la Hemeroteca Municipal de Valencia. Insisto: si es que no ha cambiado de ubicación.

Según los criterios hemerográficos, los diarios van a las hemerotecas. Pero los especialistas se refieren a los periódicos, a las publicaciones periódicas, no a los dietarios.

Alguien, algún funcionario o facultativo, se equivocó cuando clasificó y catalogó el documento. Probablemente pensó que si era un diario, aunque fuera manuscrito, aunque fuera personal, debía ir a la hemeroteca de la municipalidad junto a los restantes diarios de Valencia. Por supuesto, es un error. Es un gracioso malentendido.

¿Cómo abordamos el estudio de dicho material?

Pues igual que analizamos toda fuente histórica. Esto es, documentándonos para responder básicamente a una pregunta que es una serie de preguntas y que tantas veces enunciamos: ¿quién dice qué a quién con qué medios y con qué efectos?

Pero lo abordamos también preguntándonos acerca del documento en sí, acerca del género del propio documento. Es decir, cuál es su modo de producción, a qué reglas responde, cuáles son sus rutinas expresivas, cuáles son las particularidades de dicho texto, aquello que lo singulariza.

Y es un diario personal, es un diario íntimo, en el que el autor, José Inocencio de Llano, describe los viajes que realiza, los parajes por los que pasa, los destinos a los que va. ¿Expresa sus sentimientos?

Punto y aparte.

Nos hemos basado en numerosos referentes de la historiografía, pero hemos tenido en cuenta, muy en cuenta, por su erudición y por su brío narrativo, la investigación de Orlando Figes.

Se plasma en Los europeos.

Es un ejemplo al que expresamente nos remitimos y cuyo libro leímos y releímos con placer, con asentimientos y disentimientos.

Como se sabe, el volumen de Figes es una reconstrucción de la vida ajetreada y burguesa de tres personas conocidas, muy reconocidas en la Europa del siglo XIX.

Hablamos de una cantante española de ópera; de su marido francés, productor de espectáculos, creador y hombre de vastísima cultura; y de un novelista ruso de gran reconocimiento y singular obra.

No diré los nombres para despertar el interés, para ver si así algún lector se anima a averiguar esas vidas escritas.

Orlando Figes, anteriormente británico y actualmente alemán (tras el Brexit), nos muestra algunas de las transferencias culturales que se dan entre Francia y Rusia.

Y, por extensión, nos da algunas de las interconexiones que la civilización europea traza en el Ochocientos: el siglo del progreso, el siglo del ferrocarril, el siglo de los avances materiales.

Por nuestra parte, la reconstrucción que hacemos es a partir del deambular viajero del burgués valenciano, José Inocencio de Llano y White. A partir de su registro escrito.

Nuestra investigación exhuma un mundo desaparecido, el mundo que él vio, visitó, disfrutó, padeció y que nosotros hemos perdido.

Hablamos de una Europa vista por un meridional, el Continente observado por un español que viaja, que viaja muy frecuentemente a Francia e Inglaterra en especial.

Se desplaza por distintas razones. Procede de una familia adinerada, de una familia de comerciantes, negociantes, propietarios, etcétera, que tienen vínculos mercantiles, intereses, corresponsales y actividades comunes con Gran Bretaña y Francia.

Los emprendedores del siglo XIX saben que el mercado local no basta, que el mercado nacional se abastece de productos foráneos. Eso hace que el vástago de la familia, José Inocencio de Llano, pronto sea mandado con su tío soltero a realizar viajes de negocios y viajes de formación.

El padre, Francisco de Llano, será alcalde de Valencia, pero sobre todo será durante toda su vida un negociante y propietario, un tipo industrioso, vinculado familiarmente a la dinastía irlandesa White y, por tanto, al Imperio.

Francisco de Llano siempre tendrá interés en que su hijo, su hijo varón, aprenda el funcionamiento de los negocios, aprenda las reglas de la nueva cultura burguesa, y aprenda a desenvolverse en las altas esferas, a desenvolverse en las mejores circunstancias y con las mejores relaciones.

Una parte de los valores cotidianos y civiles, sólidos y contradictorios, con los que los occidentales nos hemos formado procede de ese mundo burgués.

Por ejemplo, contención y lujo, ahorro y ostentación, gasto e inversión, privacidad y exposición pública, propiedad y compasión, familismo e individualidad, turismo y arraigo, tradición y modernidad, etcétera.

Digo bien, digo una parte. Los trastornos de los siglos XX y XXI alteran profundamente ese patrimonio, esa herencia burguesa del mundo de ayer.
——

Continuará?

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