Vuelven los muertos

The Walking Dead. En La Sexta ha acabado la emisión de la segunda temporada de esta serie de zombis. Los muertos vivientes han reaparecido en masa y el incendio de un granero ha dado lugar a momentos de gran tensión. No me pidan muchas cogitaciones. Aténganse a lo básico.

Atlanta queda lejos y lo que empezó como una historia urbana en una ciudad desolada (¿deshabitada?) ha continuado como una producción rural y primaria.

La fotografía de la serie es persuasiva y artificial: se notan el calor y la humedad de Atlanta. Y se nota algo malsano, tóxico: la feracidad del entorno. 

En efecto, la mayor parte del tiempo, los hechos ocurren en la granja de Hershel, la propiedad de un tipo bonachón y cascarrabias a un tiempo. Allí se congrega un número excesivo de personas: excesivo dada la hospitalidad que el dueño puede dispensar.

Médico y antiguo alcohólico, Hershel vive en una abstemia intermitente y en una desconfianza absoluta: sólo le importan sus hijas, lo que no es poca cosa. Pero tiene buen corazón y sabrá redimirse.

Su dominio, su hacienda, es esa granja excepcionalmente protegida de la asechanza zombi. Es una bella mansión rural que bien pudo haber pintado Edward Hopper. Se le nota el deterioro a la pintura blanca de exteriores: se desconcha, como se desconcha la fina capa de cvilización. Perdonen una imagen tan trivial.

Allí, en dicha granja, el grupo comandado por Rick Grimes ha debido afrontar situaciones muy difíciles, pérdidas humanas irreparables y ejecuciones… Y ha debido resolver a buenas  o a malas la tesión que estalla periódicamente entre los miembros de esa comunidad primaria.

Dicha comunidad debe refundar el mundo frente a los enemigos que acechan. ¿Quiénes? Los muertos vivientes (los caminantes): a los que sólo se les puede quitar de enmedio volándoles la cabeza. Pero también frente a ciertos supervivientes, aunténticos vivales, que avanzan rapiñando, apropiándose de lo ajeno: parecen haber perdido la cabeza. O parecen haber perdido lass normas y los valores.

¿Es posible mantener las normas cuando la civilización ha desaparecido? ¿Es posible sostener  los valores cuando casi todo se ha perdido? El individuo lo es todo ahora, pero en realidad es una pieza insignificante. Su supervivencia depende de las relaciones y de las expectativas compartidas; y depende de la seguridad que el grupo sea capaz de garantizar. De hecho, la comunidad ha pasado de un estado de naturaleza imprevisto a un pacto social ya conocido: justamente porque sus miembros tienen memoria de lo que era la vida antes del cataclismo es por lo que abandonan el estado de naturaleza. No es recomendable emprender una guerra de todos contra todos.

Tiempo atrás, en este blog y en Ojos de Papel hablábamos largo y tendido de esta serie: entre otros, David P. Montesinos, Alejandro Lillo y yo mismo. Procurábamos reflexionar sobre un producto de puro consumo, una historia de la cultura de masas. Para arrojar luz participaron incluso estrellas invitadas: entre otros, Rogelio López Blanco (director de Ojos de Papel) y Jorge Fernández Gonzalo (autor de Filosofía zombi). Rogelio regresa de cuando en cuando.

Ahora vuelven los muertos.

[Rec]3 Génesis. Sábado 31 de marzo, cuatro amigos acudimos al cine. Fuimos a ver la película, recién estrenada. Forma parte de la saga que empezaron Jaume Balagueró y Paco Plaza, saga que concluirá con [Rec]4 Apocalipsis. La película tercera está dirigida por Paco Plaza, siendo su productor el propio Balagueró, de quien hablamos aquí tiempo atrás: se reparten los papeles y con ello cada uno le da su toque especial a una historia de terror en varias entregas. Hace un tiempo hablé de la primera. Luego escribí sobre esta saga que tanto me gusta…

[Rec]3 Génesis está  protagonizada por Leticia Dolera y Diego Martín. Es un divertimento y no desmerece. En principio es un film de terror, pero –como me insistió una amiga– en realidad es una película de amor entre dos novios mediterráneos. Sin duda.

Disfrutan de su juventud, de su bienestar, de un día soleado y prometedor. Tienen el porvenir por delante. Se casan en Barcelona y son de origen catalán y de procedencia valenciana.

La película empieza con el día de la boda, con los prolegómenos, antes de que se oficie la ceremonia religiosa en un pequeño pueblo. La película sigue con el convite. Hay numerosos invitados, entre ellos el Tío Pepe Víctor, un tipo de aspecto bonachón y locuaz. La celebración tiene lugar en unos salones de alto copete, con ese toque kitsch que al parecer resulta inevitable por estos pagos. Demuestran ser gente fina y principal, pero los invitados son familiares y amigos irreparablemente joviales, bastos, groseros y horteras. El alcohol los desinhibe y por ello bailan con ganas el repertorio de canciones que los novios han escogido, entre ellas Eloise, en versión de Tino Casal, que es su señal, su pieza preferida.

Las familias valencianas y catalanas se han reunido para asistir al casamiento y para disfrutar de un día inolvidable: «hoy es mi día», dirá la novia. Alguien filma desde el principio: uno de los invitados, un muchacho con cámara en ristre, de muchos píxeles; y un profesional contratado, un joven amante del cine (del cinéma-vérité) que se gana la vida con reportajes domésticos. Hay cine dentro del cine. Y hay erudición cinematográfica, con bromas y guiños. Por ejemplo: al género de película de boda, con historia romántica al fondo; al cine coral de Luis García Berlanga y a sus deudores y admiradores más listos, entre ellos, José Luis García Sánchez o Álex de la Iglesia; al cine de miedo, con escenas, caracteres y situaciones calcadas de El resplandor, de Stanley Kubrick; al cine cómico, con tipos absolutamente caricaturescos; al cine gore que se remonta a La matanza de Texas; al subgénero de zombis, que tiene en La noche de los muertos vivientes su momento fundacional.

El arranque de la película es sencillamente eespléndido: un retrato exactísimo y psicológico de los bodorrios mediterráneos, del exceso. Es también un informe sociológico… Luego, cuando las cosas se compliquen, el discurrir del film será terrorífico y descacharrante: ateniéndose a los géneros que mezcla.

La música tiene en la película un papel estelar. Y la disfrutamos, ya lo creo que sí: desde Gavilán o paloma, de Pablo Abraira, a Canción de Amor y Muerte, que al final, en los créditos, entona Iván Ferreiro.
Ésta es la lista:

1. Coque Malla, No puedo vivir sin ti
2. Pablo Abraira, Gavilán o paloma
3. Iván Ferreiro, Canción de amor y muerte
4. Tino Casal, Eloise
5. La Unión, Black is black
6. Australian Blonde, Chup chup
7. M Clan, Carolina
8. Loquillo, Canción del valor

Sin duda, para esta ocasión, me quedo con la canción de Iván Ferreiro? En su letra está todo:

Bodas, bautizos y comuniones. Clara y Koldo son dos novios que lo esperan todo de su pasión. Están dispuestos a disfrutar de un futuro de fábula. Se han declarado su amor y manifiestan ante sus amigos y familiares ese sentimiento. La boda es un rito de paso, una sanción o confirmación de su querer.

Como tantas otras parejas encargan un reportaje nupcial, que alguien filme el día más feliz. Ahí estará ese  profesional de la cosa al que aludía más arriba: un tal Atún. Es un hombre jovial, cinéfilo y cineasta, un sabelotodo. Y es un calco de Álex de la Iglesia: sobrado de carnes, interesante, inteligente y algo friki. Y ahí estará el amigo del novio que graba con su cámara digital. Gracias a su registro comenzamos a ver el film, que hace un rastreo sociológico, una presentación de tipos corrientes.

A Clara y Koldo nada puede detenerles. La vida les sale al encuentro, como en aquella novela de José Luis Martín VigilSin embargo, algo se cruza en su camino y lo que iba a ser un evento  maravilloso se convierte en una jornada de horror.

En  realidad, la boda no suele ser el día más feliz de la vida. Los amigos, los familiares: hay que agasajar a todos los invitados que acuden al convite pensando en los entrantes, en los ibéricos, en los quesos, en los vinos, en las gambas, en los chuletones, en los postres, en la tarta nupcial, en los cavas, en los whiskies, en los cuba-libres…

En la barra libre, claro. Por lo que sabemos y nos han contado, los humanos se quitan la careta, se destapan. Es entonces cuando salen entes imprevistos, probablemente muy dañinos, tipos que han perdido todas las inhibiciones, todas las contenciones, furiosamente entregados a la voracidad y al desenfreno.

Hoy es Jueves Santo. Un mundo  poblado por zombis que caminan sin dirección entregados al puro instinto, a la voracidad, es una imagen potente, una imagen tentadora. Con ella hacemos de inmediato  metáfora de lo que somos o de lo que creemos ser.

En los años treinta, los films de terror mostraban el estado de ánimo de la gente, de mucha gente probablemente. El mundo estaba lleno de muertos o de no-muertos de siglos pasados que regresaban para dañar a los vivos. Hoy, nuestra desazón es creciente y los zombis que vuelven son nuestros contemporáneos, quizá incluso nosotros mismos, espejo de nuestro malestar. Estamos inquietos, consumidos. Necesitamos seguir devorando y devorándonos. El resultado es un estado depresivo.

En [Rec]3 Génesis, de Paco Plaza, los zombis son entes que han perdido propiamente su humanidad. Pero son, además, risibles: como patéticos y cómicos son los humanos que asisten al bodorrio. La ceremonia en la que contraen matrimonio Koldo y Clara –personajes principales– es religiosa y lo bíblico tiene presencia literal en la película. Las viejas amenazas o plagas que estaban en el relato veterotestamentario, auténticas tragedias, reaparecen ahora en forma de farsa. Hay homenajes al cine clásico y al cine de serie B, sí, pero sobre todo hay guiños frikis al satanismo, a los miedos morbosos. Esto es una condena bíblica…

Imaginamos ya el final de la saga que filmará Jaume Balagueró y que producirá Paco Plaza: [Rec]4 Apocalipsis. Un apocalipsis, ciertamente: un plano general de Barcelona con edificios aislados, en cuarentena, infectados, con las plagas destruyendo un mundo ya corrupto.

Aún falta para que todo esto ocurra. Hoy es Jueves Santo.

_________________

Blog de JS en El País:

Presente continuo. Con noticias de actualidad política.

     El sueldo de Mickey Mouse


15 comentarios

  1. El estado de naturaleza

    «…Debemos exigir a los políticos que creen el tejido jurídico necesario para evitar la guerra total y permanente de la que hablaba Hobbes, y debemos, por nuestra condición de ciudadanos, luchar con razones frente a la violencia de las calles, la tiranía de los automóviles y la destrucción de las normas de respeto que atenúan los roces de la relación entre humanos…»

    http://lacuevadelgigante.blogspot.com.es/2012/03/por-que-luchamos.html

  2. [Rec]3 Génesis. Sábado 31 de marzo, cuatro amigos acudimos al cine. Fuimos a ver la película, recién estrenada. Forma parte de la saga que empezaron Jaume Balagueró y Paco Plaza, saga que concluirá con [Rec]4 Apocalipsis. La película tercera está dirigida por Paco Plaza, siendo su productor el propio Balagueró, de quien hablamos aquí tiempo atrás: se reparten los papeles y con ello cada uno le da su toque especial a una historia de terror en varias entregas. Hace un tiempo hablé de la primera entrega. Luego escribí sobre esta saga que tanto me gusta…

    [Rec]3 Génesis está protagonizada por Leticia Dolera y Diego Martín. Fue un divertimento y no desmerece. En principio es un film de terror, pero –como insistió una amiga– en realidad es una película de amor entre dos novios mediterráneos. Sin duda.

    Disfrutan de su juventud, de su bienestar, de un día soleado y prometedor. Se casan en Barcelona y son de origen catalán y de procedencia valenciana.

    La película empieza con el día de la boda, con los prolegómenos, antes de que se oficie la ceremonia religiosa en un pequeño pueblo. La película sigue con el convite. Hay numerosos invitados, entre ellos el Tío Pepe Víctor, y la celebración tiene lugar en unos salones de alto copete, con ese toque kitsch que al parecer resulta inevitable. Demuestran ser gente fina y principal, pero los invitados son familiares y amigos irreparablemente joviales, bastos, groseros y horteras. El alcohol los desinhibe y por ello bailan con ganas el repertorio de canciones que los novios han escogido, entre ellas Eloise, en versión de Tino Casal, que es su señal, su pieza preferida.

    Las familias valencianas y catalanas se han reunido para asistir al casamiento y para disfrutar de un día inolvidable. Alguien filma: uno de los invitados, un muchacho que va en ristre con su cámara de muchos píxeles; y un profesional contratado, un joven amante del cine (del cinema-verité) que se gana la vida con reportajes domésticos. Hay cine dentro del cine. Y hay erudición cinematográfica, con bromas y guiños. Por ejemplo: al género de película de boda, con historia romántica al fondo; al cine coral de Luis García Berlanga y a sus deudores y admiradores más listos, entre ellos, José Luis García Sánchez o Álex de la Iglesia; al cine de miedo, con escenas, caracteres y situaciones calcadas de El resplandor, de Stanley Kubrick; al cine cómico, al cine gore que se remonta a La matanza de Texas, al subgénero de zombis que tiene en La noche de los muertos vivientes su momento fundacional.

    El arranque de la película es sencillamente excepcional: un retrato exactísimo y psicológico de los bodorrios mediterráneos, del exceso. Luego, cuando las cosas se compliquen, el discurrir del film será terrorífico y descacharrante: ateniéndose a los géneros que mezcla.

    La música tiene en la película un papel estelar. Y la disfrutamos, ya lo creo que sí: desde Gavilán o paloma, de Pablo Abraira, a Canción de Amor y Muerte, que al final, en los créditos, entona Iván Ferreiro.
    Ésta es la lista:

    1. Coque Malla, No puedo vivir sin ti
    2. Pablo Abraira, Gavilán o paloma
    3. Iván Ferreiro, Canción de amor y muerte
    4. Tino Casal, Eloise
    5. La Unión, Black is black
    6. Australian Blonde, Chup chup
    7. M Clan, Carolina
    8. Loquillo, Canción del valor

    Sin duda, para esta ocasión, me quedo con la canción de Iván Ferreiro:

    Volveré…

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    Blog de JS en El País:

    Presente continuo. Con noticias de actualidad política.

    El sueldo de Mickey Mouse


  3. Como usted dice, don Justo, “el arranque de la película es sencillamente excepcional”. Y es que sin ironía ni esperpento, sin exageración ni chiste alguno, Paco Plaza y Jaume Balagueró (por cierto, valenciano el uno y catalán el otro; como los novios), reflejaron con total exactitud y maestría los bodorrios actuales; esos grandes eventos.

    Cómo nos reímos. Pero no sólo con esa primera parte, porque muy sabiamente han manejado la ironía, el humor y miedo con el tema de los zombis, las relaciones familiares y el amor. Sí, Sr. Serna, es una película de amor.

    Y esa música de fondo… qué maravilla.

    Salí contenta del cine, con las pilas cargadas (les aseguro que este film les llenará de energía) y en muy buena compañía; con buenos amigos. ¿Se puede pedir más a una película?

  4. Me entran ganas de llevarle la razón sobre Rec, pero no la he visto, de manera que me la envaino, y me la he de envainar mucho porque no voy al cine desde la Guerra de Secesión.

    Sí le diré algo sobre los zombis. De entrada -y recordando el libro de nuestro amigo Fernández Gonzalo- creo que la primera pregunta que tendríamos que hacernos no es qué tenemos que ver con los protagonistas «humanos», sino con los infectados. Sólo entonces sabremos qué queda en cada uno de nosotros de ese sujeto que todavía es capaz de «contratar» con los demás una sociedad civil. Hay indicios -no reviento el final de la serie, pero usted sabe a qué me refiero- de que la infección está ya latente entre los que se creían sanos. Estos indicios son orgánicos, pero también están en el alma de los personajes, por eso a veces se lían a matar caminantes, no se sabe si sólo para salvarse o también por calmar el deseo inconfesable de matar a los propios compañeros. Decía Sartre que el infierno son los otros. En una situación extrema -y ya se encargan los mandarines de hacernos creer que siempre estamos en una situación extrema, se llame recesión, guerra, terrorismo o invasión de zombis- uno pierde antes la paciencia cuando los otros no comparten tus opiniones, cuando te dicen que tus procedimientos son inmorales, cuando las mujeres se van con otro y no te quieren, o cuando se tiene que elegir entre mantener preso y encadenado a un enemigo peligroso o directamente ejecutarlo a sangre fría.

    Nuestra especie está siempre tentada de comportarse como una turba.¿No le llamó la atención de la huelga del otro día el eslogan ese de «Quieren acabar con todo». A mí muchísimo, es una frase tan general, tan intransitiva -casi una tautología- que si me la dijera un alumno sobre cualquier cosa le reprendía de inmediato por abrazar un razonamiento falaz (¿quién es el sujeto? ¿cuál es el objeto directo?) Sería sin embargo una frase ideal para una peli de zombis, algo así como Atlanta invadida por las legiones de caminantes: los derechos laborales, toda esa larga serie de contrapesos al ejercicio puro del poder a través de la economía y la política que tardan tantos años y esfuerzos en ir tejiéndose y que saltan ahora por los aires porque ya nadie es capaz de contener a esa masa hambrienta y enloquecida de la que sólo podemos huir despavoridos. Ni siquiera podemos después sermonear a los zombis por su festín (Idea para un guión: el gobierno, consciente de que el mal ya está hecho por la herencia que le dejaron los anteriores gobernantes, concede una amnistía fiscal y moral a los zombis: «pero ay de vosotros si volvéis a ir por ahí comiéndoos a la gente). Perdone que haga un poco el imbécil, pero es que es de eso, justamente de imbécil, de lo que se me pone cara tras haber pagado impuestos toda mi vida sin saber que de no hacerlo me terminarían amnistiando, cómo mola.

  5. No me voy de los zombis, no del todo. A riesgo de que me acuse usted de sobreinterpretar. Yo creo que el imaginario nacional -me refiero al norteamericano- vive siempre en una situación como la que se plantea el grupo de Rick, sólo que aquí reduce sus claves -laberínticas en la vida real- a pautas muy primitivas, lo cual explica en parte el éxito popular de la serie y también el desprecio de la clase intelectual, a la cual por cierto sólo le faltaba que el guión original sea de un cómic para terminar de aborrecer el producto.

    Veamos, hay un conflicto de liderazgo. Tenemos a quien, como Rick, sostiene la teoría del equilibrio entre la lucha por sobrevivir y mejorar las condiciones de vida y el principio moral que nos ha de impedir convertirnos en la turba desalmada que corremos el riesgo de ser en cuanto las instituciones se debilitan. Y tenemos a Shane, quien sostendría el principio de los halcones y el ala menos moderada -si es que existe el ala moderada, que ya no lo sé- del Partido Republicano, es decir, matemos a los malos o terminaremos muriendo o siendo sometidos. Lo que entiendo que plantea el guión es que, si bien los conflictos que dan intensidad dramática al devenir del grupo provienen de la agresividad de la línea dura de Shane, la posibilidad de descabezar esa facción aboca al peligro de romper todos los contrapesos y dejar al grupo completamente expuesto a la ferocidad de un enemigo completamente despiadado. En otras palabras, si acabamos con Shane, nos libramos de un oponente incómodo, por sus críticas continuas a la estrategia de Rick y del granjero, sin olvidarnos de su condición de incómodo rival amoroso. (Por cierto, el papel de la mujer como objeto de la pasión masculina en este asunto es peligrosamente ambiguo) Ahora bien, si toda la intensidad dramática ha ido siendo desencadenada por ese conflicto ideológico, ahora nos enfrentamos al riesgo de que el liderazgo de Rick, sin enemigos naturales, se vuelva totalitario y termine asumiendo inconscientemente el papel de dictador violento que Shane exigía para salvar el grupo.

    Esto me recuerda a un planteamiento tan básico como inteligente, el de William Golding en El señor de las moscas, novela que siempre intento que lean mis alumnos, al igual que La carretera, de McCarthy. En ambas se plantea cómo podemos evitar la tentación de sucumbir a lo más elemental de los instintos. Sin ese contrato del que usted habla la perspectiva de la especie es la extinción.

  6. Muy interesante todo lo que dicen el Sr. Serna en la continuación del post y el Sr. Montesinos en sus intervenciones. Tengo ganas de decir algunas cosas al respecto; ahora no puedo pero, también «volveré»…

  7. Hoy es Jueves Santo. Un mundo poblado por zombis que caminan sin dirección entregados al puro instinto, a la voracidad, es una imagen potente, una imagen tentadora. Con ella hacemos de inmediato metáfora de lo que somos o de lo que creemos ser.

    En los años treinta, los films de terror mostraban el estado de ánimo de la gente, de mucha gente probablemente. El mundo estaba lleno de muertos o de no-muertos de siglos pasados que regresaban para dañar a los vivos. Hoy, nuestra desazón es creciente y los zombis que vuelven son nuestros contemporáneos, quizá incluso nosotros mismos, espejo de nuestro malestar. Estamos inquietos, consumidos. Necesitamos seguir devorando y devorándonos. El resultado es un estado depresivo.

    En [Rec]3 Génesis, de Paco Plaza, los zombis son entes que han perdido propiamente su humanidad. Pero son, además, risibles: como patéticos y cómicos son los humanos que asisten al bodorrio. La ceremonia en la que contraen matrimonio Koldo y Clara –personajes principales– es religiosa y lo bíblico tiene presencia literal en la película. Las viejas amenazas o plagas que estaban en el relato veterotestamentario, auténticas tragedias, reaparecen ahora en forma de farsa. Hay homenajes al cine clásico y al cine de serie B, sí, pero sobre todo hay guiños frikis al satanismo, a los miedos morbosos. Esto es una condena bíblica…

    Imaginamos ya el final de la saga que filmará Jaume Balagueró y que producirá Paco Plaza: [Rec]4 Apocalipsis. Un apocalipsis, ciertamente: un plano general de Barcelona con edificios aislados, en cuarentena, infectados, con las plagas destruyendo un mundo ya corrupto.

    Aún falta para que todo esto ocurra. Hoy es Jueves Santo.

  8. Advertencia preliminar: quien no haya visto completa la serie, por favor no continúe leyendo este comentario, le arruinaría el visionado.

    La lógica militar, la del Shame pelado y vestido como un marine, se ha impuesto finalmente, pero a su costa. La búsqueda de un supervivencia «humanitaria», procurada por Grimes, ha fracasado. El intento aislacionista de Hershel también, la realidad creada por los caminantes se impone.

    La supervivencia es lo central, desde el comienzo mismo de la serie. Las alternativas se han ido socavando por las propias contradicciones del grupo (dos machos alfa) y la realidad cincundante (caminantes y otros humanos depredadores). Y ha desembocado, como apunta con mucho acierto David Montesinos, a una percepción del liderazgo de rasgos fuertemente autoritarios, casi histéricos.

    La degradación moral del liderazgo de Grimes muestra un escenario interesante. No me lo esperaba, creo que los guionistas, forzando la máquina tras la salida de Darabont de la serie, justo a mitad de esta segunda temporada, han sucumbido a la espectacularidad de la balacera para que la historia remonte entre el gran público. En mi opinión, el zombi latente era más estimulante.

    Sangre, sudor y vísceras: agradezco al profesor Serna que haya vuelto de la mano de los caminantes al tema zombi.

  9. Rogelio, agradezco esa reflexión tan sugerente y además generosa. Luego glosaré y continuaré.

    Rogelio, por favor, se lo digo con cordialidad: no me llame profesor Serna, que me envejece.

  10. Rogelio, soy yo otra vez. Perdone –perdonen– mi mutismo. Estoy tan perezoso… Es cosa de la vacación y de la extenuación: dicho esto con evidente hipérbole.

  11. […] nos pusimos las botas. Nos zampábamos la serie televisiva y la literatura parasitaria. La fuente. Y las películas adyacentes. Es más: llegamos a comparar la serie original con otras obras […]

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