Sergio del Molino. Todos los países son anómalos

Estuvimos en la presentación de Contra la España vacía (2021). Somos los ‘happy few’, cuatro personas que nos unen la amistad y, entre otras cosas, la lectura leal de Sergio del Molino.

La presentación tuvo lugar el 27 de septiembre en Valencia, en Bangarang Librería, un nuevo espacio de cómics y libros cuya existencia hasta hace nada desconocía.

El establecimiento tiene un aspecto frío y minimalista, de antigua nave industrial. Y con un saludable toque de audacia, de caos moderado, de desorden intelectual.

Fotografia: JS

Es un espacio en el que las novedades y los libros de otras temporadas conviven en aparente incongruencia, hecho que te obliga a revisarlo todo.

En cada esquina, en cada expositor, en cada mesa salta la sorpresa, pues los volúmenes están avecindados o hermanados al azar. O eso parece.

La presentación de un libro no es exactamente un espacio de debate, de crítica intelectual acerca de los contenidos, las formas o los procedimientos del autor.

El acto no es, no debe ser, un estudio minucioso de la obra que justamente en ese momento se presenta ante un público expectante.

Para escrutar o examinar las producciones culturales están la Academia o la prensa especializada.

El ritual de la presentación obliga a la amabilidad, a la celebración de las novedades editoriales. Acudes sin que nadie te fuerce, acudes porque bien merece la pena.

Edu Almiñana y Sergio del Molino estuvieron muy puestos en su papel, muy ceñidos al ligero protocolo. Sus intervenciones nos permitieron aclarar y contextualizar el objeto y la función de Contra la España vacía.

Sergio del Molino alcanzó gran celebridad como ensayista con La España vacía, libro publicado en 2016 por Turner.

Ahora Contra la España vacía, editado por Alfaguara (su sello habitual) es una obra independiente del anterior volumen.

Eso sí, ambos títulos están hermanados no sólo por los títulos aproximados y contradictorios, sino también por los argumentos que internamente desarrolla el autor.

La España vacía es sobre todo y principalmente un viaje cultural, un viaje interior, un diario intelectual de gran profundidad, de mucha audacia.

En aquel volumen, el autor supera los límites académicos entre geografía, antropología, historia, literatura, etcétera. El resultado deslumbraba y aún deslumbra (a tantas personas, entre las que me incluyó).

Contra la España vacía es un libro expresamente político. Es un recorrido personal y colectivo por un mapa que no es mudo, por un país moderno con desarreglos y desperfectos.

Sergio del Molino defiende con razón y de manera vehemente la existencia de España. Me refiero a España como comunidad política, como una comunidad política que, pese a sus imperfecciones, funciona.

Y funciona como un Estado de derecho; funciona como una democracia que debe acarrear una herencia no siempre presentable.

Según admitió Sergio del Molino, sin duda esta democracia no es perfecta, pero es perfectible. Eso dijo. Creo que no es exactamente la palabra que debería haber empleado.

La España democrática en la que vivimos no es, por supuesto, perfecta, pero lejos de ser perfecta o perfectible, es sencillamente mejorable. Creo que era eso lo que quería decir…

Los ilustrados escoceses del Setecientos reprocharon a sus colegas franceses, los iluministas continentales, la idea de la perfectibilidad humana.

No existen ni la perfección ni lo perfectible. Existe lo mejorable y, eso, con suerte, cuando no nos vienen mal dadas.

Creo que Del Molino y sus leales lectores convendríamos en que es errónea y nociva toda idea de perfección como meta.

¿Por qué? Porque, como bien señalara Isaiah Berlin, eso justificaría cualquier ortopedia social o política concebida para imponerse sobre ese desecho que es el género humano.

Cuidado con las ortopedias sociales y políticas. Cuando esto ha ocurrido, cuando se ha enderezado el fuste torcido de la Humanidad, en palabras de Kant, el infierno está en la otra esquina. Seguro que el autor y sus leales lectores compartimos estos miedos.

En este libro abrumador, Del Molino habla de una España posible, de una España real. Nos habla de un país legal en el que es factible defender los derechos sabiendo que eso es precisamente lo que nos vincula.

Es lo que nos vincula y lo que nos hace copartícipes de los beneficios del Estado de derecho, de la democracia.

Esa democracia no precisaría de vínculos emocionales, que son el fundamento de las religiones políticas. Precisaría de patriotismo constitucional, a la manera de lo dicho por Jürgen Habermas.

Pero, a la vez, Del Molino sabe que las comunidades políticas, las agrupaciones humanas, necesitan algún tipo de sentimentalidad, de emociones que sirvan de acicate y argamasa.

Ernest Gellner lo admitió hace mucho tiempo. No nos basta con la jaula de hierro del Estado legal-racional (por decirlo con Max Weber).

Los humanos necesitamos habitar jaulas de goma, espacios maleables en los que expresar vínculos emocionales. Eso sí: tendencialmente hermosos y peligrosos.

La ciudadanía difícilmente se movilizará amparándose sólo en el patriotismo constitucional. Precisa lazos primarios.

Pero Del Molino no se resigna. Contra la España vacía es una defensa templada de la democracia, de ese patriotismo nada religioso que enfría los símbolos.

Convengo con él. No me gustan los alardes sentimentales en la esfera pública y menos aún las religiones propiamente políticas.

La pasión nos ha llevado a tiranías basadas en el miedo, pero también en el asentimiento activo o pasivo de las masas.

Contra la España vacía es un libro lúcido y argumenta enérgicamente. ¿A qué conclusión llegamos?

La conclusión a la que llego con su auxilio es aparentemente sencilla.

España no es un país anómalo porque tenga distintas comunidades autónomas, porque disponga de distintas lenguas o porque las culturas locales se hayan desarrollado más allá de la afinidad o no con la nación política.

No hay países normales y países anómalos en la Unión Europea, pongamos por caso.

Todos los países son anómalos y cada uno lo es a su manera. Pero, ah amigos, la anomalía y las imperfecciones de esta Europa son una bendición.

Justamente hay muchas partes del mundo en que los derechos de los individuos y los individuos mismos no son nada.

Al acabar el libro por segunda vez me siguen admirando las capacidades de Del Molino para hablar de todo con propiedad y desparpajo, hilando temas distantes hasta hacerlos congruentes.

El libro tiene momentos de gran agudeza, muchos momentos, aun cuando no sea su ensayo más deslumbrante. Quizá habría que reprocharle al autor su excesiva intromisión.

Las anécdotas personales sirven. Claro que sirven para ilustrar lo distante, pero en este género la presencia del ensayista puede conducir al ensimismamiento o al egotismo. Sé que no son las metas a las que aspira Del Molino.

Como he dicho, tengo para mí que Contra la España vacía no es su ensayo más logrado, pero el autor demuestra unas cualidades envidiables.

Ha conseguido que yo mismo relea en poco tiempo un libro que no me resulta enteramente satisfactorio.

Es decir, Del Molino tiene efectivamente habilidad suficiente para sorprendernos y para captar hasta los públicos más renuentes.

Y para persuadir a quienes le demostramos lealtad lectora, esos ‘happy few’ a los que al principio me refería.

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https://www.penguinlibros.com/es/economia-politica-y-actualidad/238118-contra-la-espana-vacia-9788420460512

Fotografia: JS

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