La vida y la vida inerte

Los libros leídos valen menos que los libros que aún tenemos por leer, dice Nassim Nicholas Taleb.

“…Los libros leídos tienen mucho menos valor que los no leídos. Nuestra biblioteca debería contener tanto de lo que no sabemos como nuestros medios económicos (…) nos permitieran”.

Y constata: “En efecto, cuanto más sabemos, más largas son las hileras de libros no leídos…”

Eso dice Nassim Nicholas Taleb en El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable (2012). Lo dice por convicción y lo dice parafraseando a Umberto Eco, a quien cada vez más echo en falta.

En la biblioteca de su casa de Milán, Eco llegó a atesorar varios miles de ejemplares. Treinta mil, precisa Nassim Nicholas Taleb. Era un lujo bibliográfico y bibliófilo.

Algunos de quienes visitaban a Eco no se reprimían para finalmente preguntarle si los tenía ya todos los leídos. Él, muy serio, solía responder diciendo que los allí presentes eran sólo los que tenía previsto leer o consultar el fin de semana.

Por supuesto era una broma. En su biblioteca de Milán, los volúmenes en su mayoría no los había leído, pues aquélla era su principal biblioteca de investigación.

Añade Nassim Nicholas Taleb y nos advierte: “Acumularemos más conocimientos y más libros a medida que nos hagamos mayores, y el número creciente de libros no leídos sobre los estantes nos mirará con gesto amenazador. En efecto, cuanto más sabemos, más largas son las hileras de libros no leídos”.

Pues es un alivio y es la percepción que yo tengo desde hace años cuando miro esas obras no leídas y amenazantes que me muestran sus lomos nutritivos.

En esta bella y equilibrada fotografía (de Víctor Serna, 2022) no aparece las dos baldas superiores, seccionadas, olvidadas. Permanecen fuera de campo.

Aparecen , en cambio, unos pocos libros de pensamiento, de filosofía. De la B a la C. Sólo algunos.

Víctor Serna, 2022

Están ordenados en distintos estantes, en diferentes anaqueles.

Una parte de esas obras las leí e incluso las releí, no siempre en las mismas ediciones. Otra parte está por destapar, por disfrutar, por rechazar. Por leer propiamente.

Los libros son material inerte hasta que alguien efectivamente los lee, anota, subraya, refuta, confirma.

Pero no es esto lo que quería destacar. En esta fotografía hay dos elementos llenos de vida.

Por lado, vemos a la gatita Mona, de Andrea Serra y Víctor Serna, felino escurridizo que se cuela entre filósofos densos, entre pensadores de mucho ringorrango.

Su acción sinuosa, la de Mona, me recuerda el simpatiquísimo libro Filosofía felina. Los gatos y el sentido de la vida (2022), del siempre interesante John Gray.

Por otro lado, en la parte superior aparece una fotografía algo desvaída en la que vemos a dos ancianas sentadas en sus respectivos andadores con un fondo floral bien tupido.

Son mi madre y mi suegra, ambas fallecidas, pero aquí llenas de vida y con esa simpatía que se profesaban. Qué delicadeza de trato.


Adivinen de qué podían estar hablando ambas señoras (el tema era su preferido… aparte de los nietos).

Adivinen qué libros de los presentes efectivamente he leído.

En fin, esto no es un certamen, pero quizá pueda tener su gracia.

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