José Luis Ibáñez Salas ha tenido la amabilidad de escribir una reseña, una reflexión, sobre mi libro Historia y ficción. Conversaciones con Javier Cercas (Punto de Vista Editores, 2019).
Ibáñez Salas no es sólo un cuidadoso editor, con preparación profesional. Es también y principalmente un exigente lector, con larga experiencia, claro. De algún modo, una tarea lleva a la otra y viceversa.
En su caso, eso significa examinar con detalle la obra ya editada por otros o la obra potencial que está en sus manos y que finalmente aparecerá. Aparecerá como lo que es: un volumen material.
Pero Ibáñez Salas es también un escrupuloso historiador. Eso implica que el pasado lo examina con el rigor que es propio del profesional. Al investigador le está vedada la invención, la pura fábula.
Y profesional, aquí, significa que el historiador escribe, que escribe libros. Y que escribe una literatura torrencial que muchos le agradecemos. Su novela inédita es buena prueba de ello.
Pero volvamos a la pregunta clave que Ibáñez Salas se plantea a propósito de mi ensayo, de mi ensayo de historia cultural. Es ésta que ahora formulo.
¿Qué hace un historiador cuando el libro leído trata de lo pretérito, de los hechos ya acaecidos, pero ahora contados por un novelista?
No me refiero a la novela histórica, sino a la novela que nos muestra el pasado en presente, un pasado que no pasa, que ni siquiera es pasado…
Estamos habituados a pensar en los hechos pretéritos como esos datos más o menos remotos que no tendrían o apenas tendrían relación con nuestras urgencias.
Nos hemos acostumbrado erróneamente a pensar que el pasado es lo acabado, lo consumado. Creemos falsamente que esos acontecimientos, que tuvieron mayor o menor repercusión, ahora ya no nos conciernen.
Lo que llamamos pasado es un presente bien vivo pero que ignoramos, unos hechos de latencia actual que nos condicionan.
El pasado no pasa y ni siquiera es pasado. La fórmula no es mía ni de Ibáñez Salas. El sintagma se lo debemos a William Faulkner, al que Javier Cercas cita con justificada reverencia.
José Luis Ibáñez Salas se plantea este dilema, el mismo por el que yo me pregunto en un ensayo que trata de eso: de ‘Historia y ficción’. O en otros términos y con nueva pregunta.
¿Qué hacemos con las novelas cuando buscamos una realidad constatable, hasta verdadera, o al menos verosímil? Dentro de las novelas hay un mundo autosuficiente que no es mero reflejo o determinación de lo externo. Pero tampoco una invención sin raíces.
En el interior de las ficciones nos internamos: vivimos, sentimos y, a poco que nos arriesguemos, hasta morimos. Vicariamente, por delegación.
Un pasado que pasa al presente, fiel o infiel, verificado o parcialmente conjeturado, como sucede en las obras de Javier Cercas, nos educa y nos modifica. ¿Qué ocurre entonces?
https://periodistas-es.com/la-literatura-de-javier-cercas-128627
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Fotografía: José Luis Ibáñez Salas