Javier Varela y César González Ruano

Leí semanas atrás y estoy releyendo ahora otra vez el último Premio Antonio Domínguez Ortiz de biografías de 2023: La vida deprisa. César González Ruano (1903-1965).

Es un galardón creado por la Fundación José Manuel Lara y, en la edición de este año, ha sido concedido a Javier Varela por su obra dedicada a Ruano, uno de los grandes periodistas españoles del Novecientos.

Pensemos en Josep Pla, en Julio Camba, en Gaziel, etcétera, literatos de periódico, columnistas y cronistas de prosa envidiable.

González Ruano está en ese olimpo.

El volumen de Varela lo he subrayado, anotado, glosado abundantemente. Vuelvo a hacerlo ahora conforme avanzo en la relectura.

Lo devoro por segunda vez con vehemencia, con mucho apetito, con apasionamiento lector.

Lo hago tras leer o releer también una parte de la literatura de Ruano o parasitaria de Ruano.

Le tenía muchas ganas a este libro, de Varela. Conozco la escritura del autor. Su pesquisa siempre rigurosa y la frase histórica (lo que el historiador puede decir deontologicamente) están garantizadas.

Escribe con elegancia, con agilidad, sin pesadeces academicistas y, sí, en cambio, con el equivalente apasionamiento de autor.

Pero en sus páginas hay más, mucho más. No esperemos encontrar una prosa-sonajero o complaciente.

En sus páginas hallamos al agudo, vehemente y vitriólico polemista que es Javier Varela. ¿Acaso por la personalidad del biografiado? No sólo.

Varela parte y reparte justa o injustamente mandobles a otros biógrafos y novelistas que se han ocupado de Ruano.

Sin duda, no vino aquí a hacer amigos.

Su método de historiador, su instinto de investigador y sus querencias de autor lo convierten en un fiero rival. ¿Y por qué esa vehemencia?

La vida de Ruano tuvo muchos momentos éticamente dudosos o reprobables.

Escribía deprisa, con una agilidad envidiable y con piezas de notable ejecución.

Se mostraba como un hombre cínico y egocéntrico. Se presentaba como un calavera con ínfulas, como un tipo de comportamiento loco, a veces roñoso y a veces dispendioso. Y siempre con unas adhesiones políticas que lo hacen poco o nada simpático.

La investigación y la puesta en orden de Varela dan como resultado un volumen trepidante (la vida de César González Ruano lo fue, sí).

El autor nos garantiza la lectura apasionante de una obra con la que concordar y discrepar, de la que obtener conocimiento y entretenimiento.

Tengo el honor de presentarlo con Ignacio F. Garmendia. Y, por supuesto, con su autor, Javier Varela.

Será el 18 de octubre a las 19:00h
En la Casa del Libro
(Passeig Russafa, 11, Valencia).

Javier Varela me concede libertad absoluta para decir de su libro lo que considere. Lo agradezco. En el tiempo que se me dé no me pienso callar.

¿Vamos a polemizar?

Yo no sé si ése es el verbo. Permítanme crear expectativas. Lo que sé es que va a ser una liza, un espectáculo de las letras.

El tedio está vedado.

Deja un comentario