Para qué sirve un partido

0. No demos nada por supuesto. No demos nada por sabido. Cuando uno analiza un objeto evidente o un objeto difícil, hay que desfamiliarizarse, evitando la tentadora evidencia. Claro, eso tiene el riesgo de la pesadez pedagógica. Permítanme algún didactismo para centrar la discusión, el posible objeto de debate. Permítanmelo hacerlo, además, con la pesada prosa del institucionalismo. Perdónenme estas verdades de Perogrullo.

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1. Un partido político es una organización cuyo fin es gobernar: acceder a los puestos de responsabilidad institucionales en que se toman las decisiones. Las decisiones son las leyes, las normativas, los reglamentos, los códigos, etcétera, que rigen las acciones y las relaciones de los ciudadanos. Como vivimos en una sociedad que precisa del orden, el orden de los individuos es el marco posible de sus actos. Hay cosas que pueden hacerse y cosas que no pueden hacerse; cosas que se pueden hacer en la esfera privada y cosas que no se pueden hacer en la esfera pública. La distinción entre lo público y lo privado es constitucional, es fundacional en nuestra sociedad. Lo político, todo lo que forma parte del sistema político, es propiamente público. En principio, lo público es lo que a todos pertenece y lo que puede mostrarse, lo que no está sometido a secreto o a reserva, como precisó Georg Simmel. Lo privado es el acuerdo entre particulares, sus convenios; en cambio, lo reservado es aquello que no debe ser visto u observado sin la autorización del individuo o de los individuos relacionados. En principio, lo privado es lo particular, pero sobre todo es lo individual. Ahora bien, los individuos emprenden acciones, pero no todas las acciones son privadas: no todas puede permanecer al margen del control público.  Los partidos políticos son instituciones públicas. Tratan de los asuntos generales, tratan de los intereses generales y tratan de establecer las normas que protegen lo privado y los códigos que salvaguardan lo público. Para lograrlo han de acceder al poder. El poder es la capacidad que se tiene para obligar a hacer algo, indicaba Max Weber.

 

En principio, todos los recursos del partido se orientan a tal fin: la obtención del poder. ¿Y cuáles son esos recursos? En primer lugar, sus militantes, el número mayor o menor de personas que integran la organización. En segundo lugar, sus pertenencias (sedes, bienes materiales, etcétera), una suerte de patrimonio material con que hacer frente a sus reuniones, a sus obligaciones. A la vez, un partido político es, en sí mismo, un recurso de la democracia, un instrumento del sistema. Como la mayoría de los ciudadanos suelen desentenderse del esfuerzo político, la democracia representativa funciona por delegación: funciona  gracias a los partidos, instituciones reconocidas que compiten entre sí para lograr el mayor número de representantes en el Parlamento. Es allí en donde se tramitan las leyes que luego regirán y darán cauce a las acciones de los ciudadanos.

 

Los partidos políticos, sus federaciones regionales y sus organizaciones locales tienen congresos. En esas convenciones, los participantes aprueban o desaprueban ponencias, eligen a sus dirigentes o revocan a los anteriores, idean proyectos y, cuando la ocasión lo merece o lo exige, cambian sus estatutos internos. Un partido político es un agregado de intereses, una organización que dice representar los intereses de una parte o de la totalidad de la población. Intereses son objetivos que alguien se propone alcanzar, pero son también las ventajas ya logradas, ya consolidadas. Los partidos se ofrecen a la sociedad para representar esos objetivos y esas ventajas. Como resulta que el sistema político democrático es un régimen representativo, unos toman las decisiones políticas, pero es la mayoría la que elige a quienes elaborarán las leyes. Las leyes son el reconocimiento de esos  intereses: los objetivos y las metas a que tienen derecho los ciudadanos de un Estado.

 

En sociología al sector que constituye el partido se le llama in-group; a quienes son ajenos, externos o incluso hostiles a la organización se les ve como out-group. En principio, los miembros de un partido comparten los mismos intereses frente al out-group. Un partido es una asociación, en el sentido que le diera Ferdinand Tönnies a esta palabra: un agregado humano en el que los individuos están relacionados por vínculos secundarios. Uno participa en un partido… Pero entre los miembros de dicha organización tienden a crearse redes de cohesión, vínculos que estrechan sus relaciones: se identifican con el mismo partido, se hacen solidarios de sus triunfos y de sus fracasos y emprenden, como organización, una acción colectiva. Por eso decimos que pertenecemos a un partido, como si de una comunidad se tratara: un agregado en la que sus integrantes estrechan vínculos primarios. Ahora bien, más allá de la cohesión frente a los externos, los militantes pueden enfrentarse por los diferentes intereses con que internamente se oponen. El Gobierno que emana del Parlamento está fuera de la organización, pero el poder empieza en cuanto hay diferentes individuos que han de repartirse un recurso escaso. Y escaso es el poder de decidir sobre miembros y sobre pertenencias, sobre logros futuros.

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2. El partido y la democracia interna. «La democracia directa dentro de los partidos es en principio atractiva para los demócratas, pero no deberíamos ignorar algunas de las consecuencias no intencionadas, a veces disfuncionales, y curiosamente no anticipadas (por muchos de sus defensores) (…). En lugar de ser arenas para los debates internos entre las elites del partido de nivel medio que conocen a los candidatos, [los congresos de los partidos] se han convertido en la vitrina del partido, una oportunidad para la expresión pública de solidaridad y unidad, un lugar prominente para los discursos de notables, líderes de partidos amigos e incluso líderes extranjeros. El resultado es un calendario apretado y bien planificado con anticipación que impide el lento trabajo de los comités y los debates prologados, que podrían desorganizar tan apretado horario. El resultado final es que lo que originalmente había sido una convención deliberativa se ha convertido en un evento mediático», Juan J. Linz, en Partidos políticos. Viejos conceptos y nuevos retos (2007).

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3. El liderazgo. El Partit Socialista del País Valencià y el Partit Popular de la Comunitat Valenciana tienen dos próximos, dos inminentes, congresos. Los debates congresuales  y precongresuales pueden acabar como señala Juan J. Linz (a la búlgara) o pueden provocar, de verdad, debates democráticos. Lo mediático no es, por definición, el antónimo de lo democrático: precisamente porque los posibles manejos antidemocráticos, la marginación del contrario o su ninguneo, se suelen hacer antes de que las cámaras lleguen: antes de que el congreso resuelva al trote la elección de sus dirigentes. Por otro lado, el objetivo de la televisión registra lo que los partidos imponen, lo que la jerarquía de la organización establece como noticiable. Aunque eso limita nuestro derecho a ver y a saber, no es exactamente una tiranía audiovisual: imaginemos a unos cámaras sectarios filmando congresos de partidos rivales para un telediario hostil. Pero, claro, que tal situación pueda darse no justifica el freno democrático interno…

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El mejor y análisis del liderazgo en un partido sigue siendo el estudio que Robert Michels publicara a comienzos del siglo XX: Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna. Es polémico, discutible, angustioso. Lo leí, hace ya bastantes años por razones académicas. Cuando estaba desentrañando sus páginas debía frenarme una y otra vez para evitar toda analogía precipitada: era la época del dominio parlamentario del PSOE, la época en que convivían guerristas y felipistas, y yo veía semejanzas escandalosas entre la oligarquización de partido socialista español y el partido socialdemócrata alemán (que era lo que estudiaba, básicamente, Michels). Son épocas distintas, me decía. Son organizaciones diferentes, me insistía. Pero Michels no estudiaba un partido en contexto histórico: su propósito era, más bien, elaborar una teoría general de la oligarquía partidista, una tesis sobre la inevitabilidad de ese desenlace. Michels no tomaba una organización conservadora o de notables. Tomaba un partido moderno, integrador, entre cuyos propósitos estaba la ampliación de los derechos, el logro de los derechos políticos. El partido de masas está concebido como un instrumento de participación, de incorporación de la población anteriormente excluida, de integración de las ciudadanía con derechos. Eso leía yo en mis páginas de Michels. Ahora bien, el resultado era distinto. Lejos de ser una institución democrática, decía Michels, frena internamente la participación igualitaria y las libertades, las restringe.

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¿Por qué razón? Por la necesidad del liderazgo: ante la imposibilidad de la democracia directa, ante la imposibilidad de hacer efectiva la voluntad general, se impone la delegación. Pero sobre todo se impone la selección de un líder que reúna cualidades carismáticas, capaz de imponerse de manera determinante, resolutiva: un líder, además, que sepa contrarrestar a quienes puedan hacerle sombra, a quienes se le opongan. El dirigente se forja en competencia, en un conflicto de suma cero, pero los congresos no son necesariamente el teatro de operaciones o el campo de batalla. En todo caso son la representación final, ya que el líder vencedor será aquel que haya sabido concitar previamente apoyos de militantes pero sobre todo de otros que le eran rivales. En un partido político siempre hay dirigentes potenciales: aquellos que ocupan puestos de responsabilidad tienen un aval simbólico y efectivo del que servirse. El líder que consiga sus objetivos ha de aunar o persuadir a la militancia, ha de dar cohesión a los integrantes de la organización, ha de lograr los apoyos de las otras instituciones intrapartidistas, pero sobre todo ha de ser un político que se extienda, que cautive a ciudadanos no afiliados. El partido de masas necesita ensanchar su influencia, precisamente para ganar elecciones. Hay dos opciones: o se convierte en partido totalitario que encuadra al conjunto de la población, que es lo característico del fascismo; o se convierte en partido catch-all (lo que en otro post llamábamos partido ómnibus), que es lo propio del sistema democrático. 

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Pero el problema del liderazgo en época de Michels es ahora, en nuestro tiempo, más complejo. Este autor, que procedía de la socialdemocracia, simpatizó finalmente con el fascismo: ya que el partido de masas no puede ser democrático, hagámonos fascistas para así reforzar el liderazgo inevitable y carismático. El resultado de esa vía, ya lo sabemos, es desastroso: todo movimiento que espera sobrepasar la forma partido, que espera llegar a la democracia sin partidos, suele producir consecuencias pertubadoras, destructivas. El partido es un forma muy imperfecta, cierto, pero es una institución de la que no podemos desprendernos. Ahora bien, el partido y el liderazgo actuales juegan –porque la competición política es un juego con reglas– en un espacio público mediatizado: con los mass media presentes e interfiriendo, agrandando los efectos de las luchas intestinas, patrocinando a este o a aquel candidato. Por tanto, el partido ómnibus, que pretende conducir a todos los viajeros potenciales a un mismo destino, discurre por un camino que le marcan los medios de comunicación, un camino empedrado con señuelos. Eso introduce elementos contradictorios. Si a esto añadimos la voluntad de permanencia (usualmente un dirigente no se retira o quiere mantener su influencia), entonces comprenderemos mejor la situación tan conflictiva a que puede conducir la renovación del liderazgo.

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Uf, qué cosas: sigo pesadamente académico y sigo sin ver respuesta a nuestras incertidumbres…

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Variedades

 

Políticos retirados

 

Àngel Duarte propone la lectura de los clásicos para políticos retirados. ¿La lectura de los clásicos? Qué bella proposición. Pero, claro, impracticable. Un lector cuidadoso exige tiempo, demora, selección y un puntico de desorden. Tengo la impresión de que hay numerosos políticos que  se han habituado a leer ordenadamente el dossier de prensa que sus asesores les han preparado y… poco más. Dice Vargas Llosa en El pez en el agua que cuando estaba en campaña electoral acostumbraba a leer poesía al final de la jornada: una forma de mantenerse en forma. Ésa es la clave: mantenerse en forma.

 

Hace un par de años, yo acudía diariamente a un gimnasio. Para estar en forma, precisamente: jamás conseguí gran músculo… Allí me encontraba a políticos autonómicos y nacionales, preferentemente en activo, un repertorio de la nueva clase emergente local. Algunos de los presentes leían dossieres fotocopiados. Hubo un día en que quedé impresionado:  descubrí a don Eduardo Zaplana Hernández-Soro corriendo sobre la cinta. Yo leía novelitas mientras pedaleaba aupado a una bicicleta estática; el sr. Zaplana daba unas zancadas impresionantes, a gran velocidad, atendiendo incluso las llamadas telefónicas. Estuvo, por supuesto, más de una hora imprimiéndole mucho ritmo a su carrera. Parecía un atleta de veintitantos, sí. Hasta tal punto corría que llegó a darme  vértigo su velocidad. Yo, como soy de gran corazón, empecé a temer por el suyo: por su corazón, me refiero.

 

Ah, qué cosas. ¿Qué hará, ahora, don Eduardo? ¿Cómo llevará sus rutinas y ciclos, sus pesas y medidas? ¿Estará atendiendo a Telefónica?

52 comentarios

  1. El problema de los partidos es un problema general, pero no hay que decir generalidades. J. Serna aun está en lo general. No se moja? No sabemos a donde quiere llegar!

  2. A ver. Es que no se puede criticar a J. Serna aqui? Cuando creo que esta bien lo digo y cuando no también. Oiga M. Veyrat, yo no soy Paco. Me llamo Pedro y Serna de momento solo ha dicho generalidades. Habla del partido socialista o del pp? No sabemos. Usted lo sabe?

  3. Claro, Pedro. Todos lo sabemos. Menos usted, que creo que es precisamente a quien va dirigida esta parte inicial del nuevo post de don Justo. Se trata de una exposición para parvulitos de lo que es, en general, un partido político, cualquier partido político.
    Hasta ahora no nos ha hablado de ninguno en concreto. Pero tenga usted paciencia, mozalbete. Ya llegará a ello. Estoy absolutamente segura de que, como siembre, acabará yendo a lo concreto y hablándonos de los diferentes partidos, con sus siglas, sus idearios, etc.

  4. ¡Yo, yo, yo lo sé! (Levantando la manita desde la última fila): No habla ni del Partido Socialista ni del PP, Pedro.

    Y, hombre, criticar a Justo Serna aquí sí que se puede, pero hay muchas maneras y siempre teniendo en cuenta que estamos en su casa ¿no? Una cosa es debatir, incluso vivamente y otra meter el dedo en el ojo todo el rato, creo yo y usted, perdóneme, Pedro, es tendente a lo del dedo y lo del ojo.

    Verá, yo es que lo veo como si fuera a comer todos los días, a mesa puesta, a casa de una amiga y le dijera, airadamente: ¡Otra vez está esto soso! y, la pobre me aclarara, encima, que es que tiene la tensión alta y le han prohibido la sal y yo: «Pues ya está bien de pescado, yo prefiero la carne». Así todo el rato. Mi amiga debía decirme que no fuera o que me llevara la tartera con la carne en sal muera de mi casa, me parece.

    Me perdonará, otra vez, pero es que esa actitud es de Paco clavada, pero se ve que hay varios pacos.

    Cuando Justo habla de algo con nombres y apellidos… malo; si habla en líneas generales, peor; si comenta un libro que no hemos leído ¡hay que ver!; si lo hemos leído, podía actualizarse.

    Pobre Justo, qué paciencia tiene.

  5. Claro que sí, Marisa. Justo siempre mete el dedo en la llaga, aunque lo haga con su particular estilo, tan correcto y educado.

    No podría expresarse con más tino y gracia, doña Pavlova. Y sí, Paco´s hay muchos, aunque se llamen Pedro´s.

    Siguiendo (en esta fase del post) con las generalidades partidistas… ¿qué lleva a la gente a afiliarse a un partido? ¿qué les hace desatar tantas pasiones, tanto encono y tanta rivalidad? El otro día a un amigo mío estuvieron a punto de pegarle cuando pidió la palabra (muy educado él) en una asamblea del partido…

  6. Decía al principio del post: «Permítanme algún didactismo para centrar la discusión, el posible objeto de debate. Permítanmelo hacerlo, además, con la pesada prosa del institucionalismo. Perdónenme estas verdades de Perogrullo».

    O sea que pedía disculpas por decir cosas archisabidas. La verdad es que se me han quitado las ganas de seguir con esas cosas. No por nada: es que efectivamente tengo una sensación algo bochornosa de repetición. No hay ni una idea nueva en lo expuesto.

    Me quedo pensando…

  7. Ni estoy de acuerdo, Justo. No veo que esté mal aclarar las cosas, sobre todo para saber bien de lo que estamos hablando. Además, amí no me parecen tan de perogrullo y, en cualquier caso, nunca está de más recordar lo que son las cosas/instituciones etc. Si pudiera te diría más, para que siguieras escribiendo en esa misma línea, pero me tengo que ir al trabajo…

  8. Serna merece ser criticado, es más, creo que lo necesita, todos lo necesitamos…Y ciertamente, Pedro no es un troll, es en todo caso algo ácido… lo que le falta en mi opinión es algo más de extensión en sus afirmaciones, creo que debería elaborarlas más. Las voces críticas despiertan mi atención, no porque me apetezca que chinchen a Serna, sino porque el discrepante siempre ofrece por definición algo diferente, cierta visión rinconera… abre sombras que obligan al discurso a salir de sí mismo para aprender a «pensarse», a hacerse autoconsciente y, por tanto, autocrítico. Pedro es, en ese sentido la oposición, diría que la leal oposición…Si hay un cinco por cien de verdad en lo que dice, ese cinco tiene más valor que el del apologeta o el que se suma a la visión que termina por hacerse consenso. Si me decepciona, insisto, no es porque intervenga, sino porque interviene escasamente, es decir, sin elaborar suficientemente sus comentarios.

    En cuanto a las dudas que parecen entrarle al autor, me sorprenden. Es cierto que lo que ha dicho hasta ahora pueden sonar a obviedades escolares, pero por eso precisamente ha suscitado mi interés. Me he dicho ¿donde quiere ir a parar éste hoy? Los grandes filósofos como Kant empiezan diciendo absolutas trivialidades para acabar enseñándonos que nos hemos acostumbrado con naturalidad a que esas evidencias aparentemente irremediables no se den en la práctica. Así, una de las «obviedades» es que las leyes reconocen los intereses de la mayoría que elige a los legisladores. ¿Los reconocen de verdad en la práctica? Cuando aceptamos con pasividad y cinismo que un político pueda ser un destroyer o incluso un delincuente sin dimitir o que el principal motivo de toda opinión hecha pública por un político es el puro marketing electoral, ¿estamos siendo consecuentes con las obviedades que Serna escribe respecto a qué cosa es un partido político? Siga usted siendo didáctico y que cada uno, empezando por usted, extraiga después sus conclusiones. Si acepta un consejo, claro.

    Saludos a Marisa, no le pude contestar anteayer porque ando unplugged, pero gracias por su amabilidad y su buen carácter.

  9. Por supuesto que Pedro tiene todo el derecho a calificar de generalidades las cosas que digo. Hoy, además, mis obviedades se agigantan tras un acto académico que me ha cansado especialmente. No por sus contenidos, que eran interesantes, sino por el odioso asiento que me ha destrozado la espalda: una presunta silla ergonómica de mi Facultad. Es banal lo que les cuento, pero es cierto.

  10. Creo que siempre han servido para lo mismo, desde que tenemos memoria (al menos la mía se remonta a Mario y Sila), para luchar y obtener el poder, a menudo mediante la práctica del asesinato individual o colectivo. Son herramientas para conseguirlo y poner en práctica el programa-banderín de enganche de militantes que sirvan de excusa. Con ello se puede dar satisfacción o frustrar a muchas honestas apiraciones haciendo creer a los militantes que participan en las grandes decisiones que son tomadas por los estados mayores cooptados; o no tan honestas, puesto que ya que nombraro a Zaplana, recordemos el archiesgrimido, ya tópico, exabrupto grabado por la policía judicial de que él estaba en política tan sólo para enriquecerse… También los equipos de fúrbo eran formaciones honestas, y altruistas incluso, formadas y financiadas por y con las cuotas de los socios. Ahora son sociedades anónimas y pertenecen a grandes banqueros o capitalistas que tambiénbuscan enriquecerse. Creo personalmente que los partidos políticos han alcanzado, degradándose, tal miserable categoría: Como los grandes medios de comunicación, también los partidos pertenecen a los bancos que los financian. Jamás a sus militantes.
    Y con todo respeto, el señor Pedro no tiene ningún derecho a abroncar a la persona que le acoge, como con mucha gracia enuncia Pavlova. Se explique mejor o no se explique, no es la calidad de la argumentación lo que califica la mala educación, estimado David. Al menos en este blog nos hemos dotado, por la práctica, que es la mejor manera de acordar normas colectivas, de un protocolo ético aceptado por la mayoría desde que los troll, felizmente olvidados, fueron expulsados por medios técnicos.

  11. No hay nada más estéril que el congreso de un partido político.Es estéril porque no es un lugar para debatir propuestas,enmendar ciertas propuestas,aprobarlas o no,incorporarlas a los programas que el partido ofrece a la sociedad para que los vote.Normalmente nada de ello se produce.Es, en efecto, más un escaparate mediático, en el que se expone a personas que quieren llegar al poder o continuar detentándolo, que una recopilación de ideas, que hay que hacer llegar a los que están «out-group», porque los que están «in-group» son los que las conocen o deberían conocer.
    Cuando alguien entra «in-group», suele pedir los programas, los estatutos,el ideario. Muchas veces no hay respuesta y el catecúmeno puede ser adscrito,ciegamente, a una determinada bandería o taifa.Es el principio del fin.En lo sucesivo,llevará colgada una etiqueta y haga lo que haga o diga o que diga,se atribuirá asu bandería lo que haga o diga.
    Quiza alguno de ustedes piense que tengo una visión negativa de los partidos políticos.Nada de eso.Creo que son necesarios, porque de otro modo,no habría posibilidad de ejercer el poder político.

  12. Bueno, Arna, la llamada otrora «democracia burguesa» está basada en el juego de los partidos, pero tan como se presenta actualmente ese juego, está pervertido. ¿Alguien puede pensar que en Estados Unidos sólo hay Demócratas y republicanos, o Tories y Laboristas en el reino Unido, o socialistas y peperos en españa? ¿Verdad que no? Pues así es. Rusia mismo pasa por una democracia, por el la Duma están representados varios partidos más que el del señor Putin… sin ninguna poisbilidad de hacer prosperar ninguna prpuesta de su programa, por supuesto. ¿Seguimos? No es un avisión negativa, Arnáu, es lo que hay. Y son lentejas… eso o el caos. ¿Eso o el caos?

  13. D. Miguel,me gustan las lentejas.No me las compare,please (como ve, estoy poníendome en onda),con los partidos.Las lentejas las tomo con gusto y acompañémoslas con sidra o vino clarete(denominación prohibida por la U.E. para su mal),para entonar la digestión,que lestas bebidas acompañn bien las comidas fuertes (léase también fabada).Tal vez a algunos políticos les haga falta comer lentejas o fabada, beber sidra o clarete y triscar por las brañas asturleonesas,sobre todo, bien comer y bien beber manjares al que el pueblo llano accede.

  14. Caramba Justo! Me lees el pensamiento o es que te empeñas en que no pueda irme a la cama a leer poesía…Ayer colge en mi blog un minipost (50 veces más corto que el suyo) que se titula «Ingrata militancia», porque es duro, muy duro militar en un partido político y te agradezco enormemente que te hagas esa pregunta tan fundamental

    ¿Para qué sirve un partido?

    Yo me afilie al PSPV-PSOE en 2006 porque leí un libro que respondía a la pregunta que tu planteas y que os recomiendo vivamente: EL CONTROL DE LOS POLÍTICOS de José María Maravall (TAURUS)

    La idea más interesante del libro es que un partido ha de servir para controlar al gobierno cuando son sus siglas las que están en el poder. Lo viví en la negociación de la LOE, con San Segundo metiendo la pata y Eva Almunia rectificándola…Pasa poco pero pasa y tendría que pasar más.

    Cuando se está en la oposición el partido ha de ser la fábrica para producir ideas, propuestas creíbles sobre otro modo de hacer las cosas. A nivel de ciudad de Valencia, algunos con Marisa Bou en puesto destacado, estamos intentándolo, es duro, creánme, pero no más que lo fue la dictadura (vimos, por fin, Marisa y yo, los Girasoles Ciegos…).

    Creo que los partidos han llegado a ser lo que son porque de ellos fueron expulsados o escaparon los hombres y mujeres más preparados, desinteresados, altruistas y libres…. Como bien sabe Marisa Bou y nuestro amigo Fran Sanz, eso tiene un nombre: «selección adversa».

    Esto nos ha llevado a una situación peligrosa de graves consecuencias: Entre la izquierda hubo una época que estar afiliado a un partido estaba de moda. Hoy, sin embargo, se ha convertido en un tabú. Y así nos va. A la derecha no le pasa eso en absoluto: ningún joven del PP se excusa por estar afiliado… mientras la izquierda joven y menos joven sería capaz de morir antes de firmar esa ficha….El otro día definía en mi blog lo que significa para mi militar en un partido: «ser un librepensador que trabaja en el marco de un proyecto colectivo».

    La gran trampa psicosocial es que el problema de la afiliación se plantea según los términos de la identidad social, el juego in-group vs outgroup al que hacéis referencia. Nada más perverso para el sujeto político del siglo XXI que en su entramado de identidades múltiples rechaza tamaña simplificación. Estar afiliado a un partido no debe responder a la pregunta ¿Yo con quién me identifico? sino a otra más sencilla y bien distinta: ¿Yo con quién estoy dispuesto/a a trabajar?

    No podemos prescindir de los partidos, al menos, de momento, pero tampoco podemos abandonarlos, ignorarlos, soportarlos…. Mientras nuestro sistema político sea la democracia representativa no podemos dejar de estar en los partidos, porque de ellos depende la calidad de nuestra democracia.

    Contra los partidos se esgrimen muchos tópicos. Algunos de los cuales están cayendo. Quien diga que no hay debate idelógico se equivoca. Os invito a leer la información publicada ayer por Joaquín Ferrandis en El PAIS que lleva por título «Revuelta contra la Ponencia Socialista». Miles de enmiendas han rechazado la mediocridad del texto presentado por la comisión gestora. ¿Estamos agotados? Sí, lo estamos. ¿Quiénes? Los utópicos militantes de base que nos hemos metido a esto para cambiar las cosas. Agotados sí pero NO rendidos porque una cosa está clara: la calidad de la democracia que disfrutamos o padecemos como ciudadanos está en relación directa con la democracia interna en los partidos… sin partidos abiertos, que debatan sobre ideas y sobre la forma de movilizar a la sociedad, no avanzamos….

  15. Excelente exposición, Berta, pero me pasa como a don Arnáu (perdón por la erata de la entrada anterior, no me atrevería a llamarle «Arna» aún con varias botellas en en el cuerpo. No conozco su biografía política, aunque por su edad e ideología puedo imaginarla. También creí, o creímos en todo lo que expones. Queríamos cambiar el mundo, claro. Y antes que el mundo, la vida. Estamos agotados, como vosotros, pero definitivamente. Al menos yo, en pleno escepticitismo, que no cinismo, ya no sobre los partidos, sino sobre la capacidad de la especie huamana para convivir, para organizar la convivencia. Somos primates evolucioados, pero gregarios, desgraciadadamente; sólo funcionan las masas con un jefe al frente, sea representando a un dios divino o humano, totalitarismo y religión, del brazo siempre. La sustitución de política por religión, de políticos por sumos sacerdotes que se inició —en la actualidad— en los Estados Unidos con el rito sacrificial del 11 M, se extiende por el mundo en sus distintas modalidades.

  16. ¡Ah! cómo recuerdo ahora una frase ya olvidada del Che que decía que «la revolución la harian las personas, no los partidos». No decía los militantes, porque él pensaba, qué curioso, al igual que el cristo fabricado por Pablo de Tarso, en un «hombre nuevo», pero laico, claro, incapaz de mentir a un amigo, de enriquecerse a costa de otro, y así seguido..

  17. Berta, excelente y dolida exposición, en efecto, como dice Miguel Veyrat. He intentado responder a algunas de las cosas pendientes que dejé ayer con un nuevo rollo: el punto número 3. El liderazgo. Puede verlo en el post. Agradezco a David P. Montesinos y Alejandro Lillo su acicate para seguir abordando obviedades. Ya ven: he seguido.

    Es muy interesante la intervención penúltima de M. Veyrat. Esa decepción que muestra ante el gregarismo humano, ante la religión y los ritos sacrificiales, ante la conversión de la política en religión (la religión ya fue política previamente). No es un fenómeno nuevo, tras el 11-S (que no el 11-M): e sun fenómeno que, como mínimo, se remonta a comienzos del XX. Habrá que volver a reflexionar sobre ello.

  18. Ciertamente, don Justo, no creo que el didactismo con el que comienza el «post» esté de más. Hasta lo creo insuficiente. De hecho, su primera presunta perogrullada, no la considero tal, al revés. ¿Un partido político es una organización cuyo fin es gobernar?… No es una idea aceptada por todos; hay otras. Un partido político es una organización cuyo fin es agrupar ciudadanos en una idea política. Que esos ciudadanos quieran alcanzar el gobierno o no, esto ya es otro asunto. De otra forma no se explicaría ni la existencia de partidos minoritarios (los inferiores a un apoyo inferior al 20% del electorado, por poner un límite) ni habría minorías, inscriptas en los partidos que sí entienden que su finalidad es alcanzar el poder, que actúan contra los intereses de su propio partido impidiéndole alcanzar su objetivo estratégico (doña Berta, vaya tomando nota de este segundo aspecto…).

    Por otra parte, me parece interesantísimo el tema que, aunque aparece en la sección “variedades”, considero de importancia mayor. Me refiero a la cuestión que aparece de la mano de la propuesta del sr. Duarte y que don Justo apostilla sobre la capacidad lectora de un político profesional. He de confesarles que – por motivos que no vienen al caso – he padecido la deplorable experiencia del trato directo con ellos, ora tirios, ora troyanos. Puedo certificar su condición de incapaces para la lectura ya no de un libro (¡líbrenos los Dioses Inmortales del nefando vicio de leer!) ni siquiera de un informe técnico. En cálculos contrastados con técnicos superiores de las administraciones local y autonómica, estos funcionarios los consideran con una capacidad media para seguir un hilo argumental sin perder interés o atención, oscilante entre las cinco y diez… líneas. De semejante paisaje (erial) sólo escapan la mayor parte de las mujeres de los partidos progresistas (tampoco todas, no vayan uds a creer).

    ¿Una “boutade” del arriba firmante? Si lo fuera, ni lo consideraría interesante ni importante: no lo traería a colación. La cuestión es que al paso de las tres décadas de democracia la rebaja del listón intelectual – incluso del formativo – entre los miembros de los partidos que alcanzan el poder es considerable por no decir, dramática. Los que tenemos de 45 para arriba mantenemos en la mente la percepción del político tradicional como más o menos honrado, con mayor o menor capacidad de trabajo, dedicación, dignidad o sinvergüencería pero nos resulta inaudito el analfabetismo funcional en él. Sin embargo, es así. Vividores, gentes de escrúpulo volátil, veletas, aprovechados, cuneros y hasta zampabollos son los tipos que hoy por hoy pululan por los despachos de gobierno (de cualquier gobierno). Personas como el sr. Carrillo o el sr. Herrero de Miñón son hoy una rareza que, de encontrarla, desdicen el tono general. Individuos que, por otra parte, no aguantan más allá de una legislatura; el tiempo suficiente para descubrir la podredumbre moral, la carencia de ética y el rastrero nivel intelectual de nuestros actuales profesionales de la política. Como todos valen, todo vale. Y eso tiene nefastas consecuencias para el sistema. Tanto para el de partidos, que si aguanta es por la existencia de almas ilusas – de ilusión, por favor – del tipo de la de alguna contertulia a la que admiro por su tesón sisífico (aunque sólo viene a confirmar el Principio de Peter para las organizaciones burocráticas), como para el democrático, al que nadie se atreve a criticar abiertamente, por ahora, y que, sin embargo, cuanto más se tarde de resolver esto, mayor caldo de cultivo encontrará el fascismo (véase el caso italiano para quien opine que exagero).

    Así, me sumo a la propuesta de don Ángel para la lectura de los clásicos, pero, claro, no para nuestra actual clase política, sino para una juventud que, por imperiosa necesidad, debe volver a levantar ese listón de formación académica y de capacidad intelectual para poder regenerar el sistema general político. De esta forma, propongo comenzar por Boecio y “De consolatione Philosophiae” (“Sobre la consolación de Filosofía” también titulada “La consolación de la filosofía” en artimaña perversa de su traducción cristiana). Más que nada, para que se vea a qué le conduce, en la práctica, a un político el gobierno decente regido por los principios éticos de la Filosofía: a la muerte por apaleamiento.

  19. Tengo muchas ganas de llorar. De verdad, no es una salida de tono de las mías, ni una broma inocente. El panorama que nos presentan ustedes no me digan que no es para llorar, pero… Yo tengo por todos los contertulios (por unos más que por otros, naturalmente) un respeto reverencial, pero eso no me impide discrepar y hacerlo por mi propia experiencia, que ya es mucha dada la considerable edad que atesoro.

    Hablan de la política y de los políticos de un modo que me recuerda a como se habla de los jóvenes de hoy; unas gentes lamentables, incultas, insolidarias, prepotentes, sin la menores ganas de hacer nada y, sobre todo absolutamente llenos de ambición. No sé si es que soy demasiado optimista, si es que tengo una fe ciega en lo que puede llegar a lograr el ser humano; si será que siempre trato de ver la botella medio llena, pero, del mismo modo que nuestros jóvenes no son sólo los que vemos, totalmente beodos por las calles los viernes por la noche, ni los del fracaso escolar o los que maltratan a sus padres, creo que la clase política tiene que tener gentes idealistas, trabajadoras, preparadas y buenas, como nuestras Marisa y Berta. Lo que pasa es que no los vemos, es que están trabajando, como los chicos periodistas (¿Verdad, señor Veyrat?), los músicos, los deportistas… que se matan mucho más de lo que lo hicimos sus padres. Del mismo modo en la política y en cualquier otro orden. Me niego a aceptar que yo sea, que seamos los que nos reunimos aquí, en torno a Justo, las únicas personas conscientes, solidarias y preparadas que hay sobre la tierra.

    “Queríamos cambiar el mundo, claro. Y antes que el mundo, la vida. Estamos agotados, como vosotros, pero definitivamente.” Dice usted, Señor Veyrat. Pero es que lo cambiamos; lo que pasa es que queríamos más, queríamos dejarlo niquelado e hicimos lo que hace una pulguita, que es lo que somos en realidad, pero lo hicimos. Estoy segura de que usted, en su campo, cambió el mundo, como lo cambié yo y estoy muy orgullosa de mi mota de pulga. Mire usted para atrás, por favor. Estamos infinitamente mejor, pero infinitamente, de verdad. No en todos los campos, pero ahí están esos chicos a los que no vemos porque están trabajando y que lo van a hacer. No me los apabullen, por favor.

  20. Acabo de terminar una reseña de un libro sobre Obama. En ella hablo un poco (muy poco porque no es el tema del libro) del sistema de partidos en Estados Unidos y de su propensión al personalismo y al liderazgo de sus candidatos. Creo que en estas últimas elecciones primarias, hemos visto que los dos grandes partidos (más el Demócrata que el Republicano) se comportan cada vez más como un «catch all party» o «big tent party» («gran tienda de campaña» más o menos) que dicen los americanos. Se ha visto en las grandes diferencias que había entre los candidatos del Partido Republicano y lo mismo en el otro bando. Al ser macroestructuras enormes, actuan cada vez más como plataformas de intereses más que como grupos con una ideología compartida. El resultado es que muchas veces, un político republicano tiene unas ideas y una política más progresistas que un demócrata, con lo que se convierten en demócratas «de facto» pero republicanos en afiliación.

    En «Después de Bush», un libro de Paul Krugman que recominedo, el autor da varios ejemplos de esto, entre ellos el actual alcalde republicano de Nueva York, Michael Bloomberg y el actual governador de California, un tal Arnold Schwarzenegger que quizá les suene.

    PS: Pensaba que era el ordenador de mi casa, pero ahora que escribo desde la biblioteca compruebo que no: veo el tamaño de letra del post muy pequeño, como de nota a pie de página.

  21. Veamos, doña Ana, coincidiendo con usted – estamos mejor de lo que nunca hubiéramos podido imaginar, digamos, en la década de los 60 del pasado siglo – he de ratificarme en mi voz de alarma. Que eso es lo que hago. Aquello que les contaba no es catastrofismo, es un hecho tangible. Observe que he hecho mención expresa a los niveles administrativos local y autonómicos, no a los estatales. Se tiende a tomar el modelo de los líderes, de los grandes partidos y de las grandes decisiones de los gobiernos y los parlamentos como medida del desarrollo político de una sociedad. Y no es ahí donde late la realidad. La realidad se mueve en el municipio, la provincia y la comunidad autónoma… precisamente los niveles a los que se presta menos atención. La realidad se mueve en los instrumentos públicos de gobierno más próximo a los ciudadanos… y “Madrid” está muy, muy lejos aunque, paradójicamente, se toma el gobierno del Estado (o al partido mayoritario que lo pretende desde su oposición)como referente.

    Le dije que puedo aportar casos concretos. No son las excepciones. Veamos el caso valenciano. Sobre el perfil formativo de los políticos profesionales: el primer presidente de la Diputación de Valencia del PP (1995) fue un abogado; el siguiente (1999 y 2003), un maestro de escuela; el actual (2007), no sé si alcanza el bachiller. He ahí una evolución personal acompañada de un perfil muy bien definido (y parejo) entre los diputados de su confianza. Puede imaginar la progresión de su gestión. Y no sólo es la torpeza de su gobierno, es la corrupción demostrada o “sub iudice” en otros casos… ¿hablamos del presidente de la diputación castellonense, sr. Fabra?, ¿hablamos de los alcaldes del ladrillo de la provincia de Alicante? ¿de los accesos amañados a la función pública de familiares y «clientes» de los políticos? ¿a la participación de los sindicatos en ese engaño? ¿a la ceguera de la Justicia en cualquier caso? ¿a la figura espuria de los “asesores”? ¿hablamos de los porcentajes ilegales que cobraron, cobran y cobrarán los personajillos que pululan por los ayuntamientos?… ¡Ténganse! no es manía persecutoria al PP es que ese partido es el que gobierna acá. Igualmente le puedo dar datos de la oposición ¿quiere casos del PSOE? ¿casos de recepción de prebendas del PP para el beneficio personal o municipal a costa de su propio partido? ¿casos de caciquismo – de caciquismo decimonónico, eh, del de ir a votar en unas elecciones pasando previamente por casa de “alguien” del pueblo donde se cierra el sobre del voto – caciquismo, decía, conocido y no denunciado?… ¿quiere que siga?…

    Pues ahí tiene ud, a los periodistas bien calladitos (no vaya a ser que se queden sin publicidad institucional para sus medio), a los políticos bien denigrados (pero, carentes de vergüenza y dignidad, repantigados en sus poltronas) y la bola sin dejar de crecer. Eso pasa y no en la “terribilità” sino en la vida cotidiana de más de casi siete mil… 7.000… instituciones públicas inferiores al Gobierno y al Parlamento. Eso pasa en y ante la vida cotidiana de millones de españoles. Aviso, alarmo, para que luego nadie se llame a engaño. Para que luego no vengan las sorpresas. Para que cuando aparezcan alucinados de camisa azul (o negra, o parda… como hoy día YA está pasando en Italia) denunciando la corrupción de la democracia se entienda porqué es tan difícil quitarles la razón. Estamos criando monstruos. La única manera de rectificar el rumbo es ser consciente que las cosas no se están haciendo bien. Y no se están haciendo bien. Aunque, claro, también podemos seguir engañándonos y vivir unos años más satisfechos de nosotros mismos.

  22. No, no (con la cabeza baja y asintiendo), si tiene usted razón, y no se vaya a poner ejemplos de Galicia que el caciquismo es muchísimo peor (si Fuca -Francisca para usted- nos leyera podría decir…). Si lo sé y en cualquier profesión o disciplina a la que usted se acerque la corrupción y el analfabetismo van a más. Ya lo sé.

    Ahora mismo estoy pensando en Radio Clásica (de soltera Radio2) y en tantas cosas que van de mal en peor; en los monstruos que creamos y criamos. Deje, ya me voy a llorar a mi cuarto.

  23. No, venga, no es para llorar, ahí están Berta Chulvi, y Marisa Bou, y tantos y tantos de cientos de miles que luchan para que no les aplaste la práctica o deriva que han tomado esos otrora instrumentos de acción política y hoy de recaudar hacer caja, como quieran llamarlo.(Desde que me jubilé vivo en pueblos pequeños, y en todos ellos y los de alrededor, la otrora impoluta I.U. con usus mínimos votos controla y explota el urbanismo de modo vergonzosamente corrupto. Siempre el urbanismo. No falla. es la vía más directa para el chantaje y el robo a mano armada: luego se quejan.
    Miren ustedes, claro que como ellas mismas, nuestras queridas contertulias, y como las pulgas buenas , que trabajan y no pican, Pavlova et alii, hay otros jóvenes que trabajan y sueñan con una vida profesional y personal llena de felicidad y éxito. Y acaso sean los más. Pero huyen de los partidos, y desgraciadamente, también de las urnas, cosa que ni don Arnau, ni Kant ni yo mismo aún hemos hecho, aunque la opción ya es entre dos: progresista o conservador —por llamarlo de modo suave—. ¿Por qué? Kant lo plantea. Es hora de rectificar. Pero ¿cómo? ¿Qué hacer? Ya se loplanteaba Lenin en 1900.

  24. Querido Paco Fuster: ¿Cuántos partidos políticos figuran inscritos en los Estados Unidos? Ilústrenos, usted que es un especialista y diganos por qué los Estados Unidos son una democracia tan peculiar que solamente dos de ellos acaparan el escenario político. En otros paises, al menos se hace el «paripé».

  25. Queridos, queridísimos todos: estoy pasando una crisis de Internet en mi docicilio y no he podido leerles. Me he quedado en mi despacho, después del trabajo, y quiero darles las gracias por sus sensatísimas intervenciones. Les aseguro que Berta y yo estamos tratando de conseguir ese cambio en la clase política que todos anhelamos. No podemos prometerles que lo vamos a lograr, peto sí que «moriremos en el intento» antes que desfallecer.
    En cuanto pueda leerles desde casa, me pondré al corriente y responderé las cuestiones planteadas, sin apresuramientos.

  26. Querido Miguel: aunque no lo parezca, en Estados Unidos hay muchos partidos. Hay Partido Comunista, Socialista, Verde, defensores del uso de armas, defensores de prohibir el alcohol… En las elecciones presidenciales son más díficiles de ver, pero en elecciones a gobernador estatal tienen un mayor peso, aunque sigue siendo muy mínimo. Por ejemplo la flamante Sarah Palin (ahora candidata a la vicepresidencia), fue en su día militante de un partido independentista de Alaska.

    En mi modesta opinión, el motivo de esa peculiridad americana es la propia naturaleza física y administrativa del país. En la mayoría de democracias, prima el bipartidismo, pese a que, como dice Miguel, se haga el «paripé» y haya gente que vote a terceros partidos. Salvo excepciones sonadas (por ejemplo en las elecciones de 1996 el candidato independiente Ross Perot logró casi un 9% de votos y estuvo a punto de fastidiar la reelección a Bill Clinton), normalmente los dos grandes partidos se reparten el 99% de votos. Te pongo un enlace oara que veas que en 2004, entre Bush y Karry se llevaron justo el 99% del voto popular, mientras que el 1% restante se lo repartieron entre los demás candidatos: http://www.uselectionatlas.org/RESULTS/national.php?year=2004&f=0&off=0

    ¿La explicación? Bueno ya he dicho que Demócrata y Republicano son macroestructuras, plataformas sin una ideologia clara en la que cabe todo. Decía Tocqueville (últimamente no paro de citarlo, en mi reseña también saldrá) que los americanos sientes muy lejos al gobierno federal, mientras que a su Estado lo sienten más cercano y próximo, de ahí el conflicto secular entre poder estatal y federal. Pues con los partidos sucede algo parecido. Un granjero de Kansas, comparte poco con un profesor universitario de Massachusets, pero los dos pueden ser republicanos compartan algunos valores. Ese mínimo de valores compartidos es lo que cohesiona a los dos grandes partidos. Por lo demás, dentro de ellos hay posturas totalmente diferentes. En España lo hemos visto hace poco. La señora Rosa Diez era hasta hace cuatro días más socialista que Pablo Iglesias, ahora no puede ver a Zapatero. Pues lo mismo sucede con McCain y con Bush que no se tragan, con Hillary y con Obama. Aparte de sus rivalidades personales, pueden tener visiones diferentes de lo que deben ser los valores del partido.

    Es muy díficil que en un pais tan grande y complejo, con una estructura tan federal, existan muchos partidos con opciones de ganar. Un partido de Texas, podría compartir intereses con sus estados vecinos, pero no más allá porque entonces saldría otro partido que defendería los intereses de otro estado diferente. Por eso, la única solución son estas plataformas. Esto hace que las diferencias ideólogicas se trasladen de las siglas a los nombres y las personas de los candidatos. Eso hace que se vote sobre todo al candidato. Por eso la vida personal y la trayectoria del candidato son tan importantes, porque la gente confía en el para dirigir el país, al margen del partido. Ya he dicho que Scharzenegger por ejemplo es republicano. Sin embargo, en el libro que citaba se explica que su política social es bastante progresista y la cobertura sanitaria de California ya la quisieran para sí algunos estados demócratas.

    Es un tema muy complejo y no sé si he líado más la cosa. En respuesta a tu pregunta Miguel, te pongo un enlace en donde vienen todos los candidatos a la presidencia inscritos para las próximas elecciones:
    http://www.politics1.com/p2008.htm

  27. He pasado una importante parte de mi vida dedicado a preparar ponencias,debatir enmiendas,participar en la confección de programas.No renuncio a esa parte de mi vida,que considero no solo fue importante, sino necesaria.No hubiese avanzado en mi construcción como ser humano de no haber hecho lo que acabo de escribir.
    No estoy decepcionado,ni aburrido.Estoy maltrecho y quiero evitar que otros se caigan maltrechos y para evitarlo señalo el garrote que me destrozó.
    ¿Que pensarían ustedes si después de varias noches durmiendo lo mínimo,escribiendo,repasando y corrigiendo la ponencia de estatutos, hubiese alguien (muy «importante» dentro de la estructura del partido) que díjese:»Las ponencias,sobre todo las de estatutos están para no cumplirlas» (sic)?.
    ¿Que dirían, si después de una derrota electoral alguien «muy importante» nos intentase convencer que esa derrota era una gran victoria y que no había pasado nada?.
    ¿No estarían ustedes «quemados»?.
    No quiero deprimir a Dña Berta y Dña Marisa, es más, les ofrezco mi colaboración,máxima, infinita.Pero déjenme que, al menos, me desahogue.

  28. Un par de reflexiones, breves y a destiempo (la loca entrada en el curso académico obliga):
    Se han fijado ustedes en el peso que tiene la vivencia personal, la biografía, en muchas de sus comentarios. Normalmente, cuando depositas no ya tu confianza, sino tu fe en una formación política acaba decepcionando (como las religiones, los periódicos o los amigos). Pero por el camino el partido ha servido para andar un trecho . O sea, que ya tenemos una respuesta. Y no me parece menor.
    Segunda, yo prefiero, con perdón Miguel, los sistemas bipartidistas. En el seno de grandes formaciones se pueden establecer conexiones y complicidades, tanto como desavenencias y rupturas. El juego de intereses es más claro una vez superada esta fase. Además, se ven obligados a recoger la complejidad de perspectivas en competencia si quieren tener éxito. Las pequeñas formaciones acaban contribuyendo a alimentar lo peor de la política (usted a puesto el caso de IU, no le cuento el del PA, o ahora que ando por Gerona el de ERC!!!).

  29. Gracias, Paco Fuster por tu lección magistral. Era lo que buscaba al «provocarte». Espero que ahora Pedro-Paco quede satisfecho o satisfecha y comprenda la intención inicial del profesor Serna, que empleaba en esta ocasión, como en otras tantas el método mayéutico.

    Don Arnáu, yo también fui dirigente de un partido de izquierdas,y miembro de la alta dirección. Devolví mi carnet —jamás lo rompería por respeto a los demás camaradas—, entre otras razones por una intervención directa de la secretaría general en la composición de la comisión que tuvo que votar una ponencia de la que yo era responsable, y en aquellos días importantísima para el mantenimiento de la identidad del partido. Mezclaron «churras con merinas», votantes electos con funcionarios cooptados. No lo soporté y me fui. Ganó, por supuesto, la ponencia «oficial», pero se inició el declive del partido. Hace ya tantos años de esto… Un día que tomemos una copas le daré detalles. A lo mejor en la próxima ortxatada, o bunyolada, ¿por qué no?

    Y por supuesto que animo, mucho, pero con el viejo escepticismo del viejo, a nuestras amigas. Y por favor, que no mueran en el intento… Ninguna estructura creada por el hombre merece esa suerte. Otra cosa serían las ideas. Y digo «serían»…

  30. Acepto el reto de las copas,porque esperar hasta el verano para hablar de nuestra (mala) experiencia me parece demasiado tiempo.Usted, (vía D. Justo, que también tendrá mucho que decir),tiene la palabra.

  31. La primera intervención de Arnau Gómez no me parece destructiva ni debe aceptarse como mero desahogo, sino porque es certera, deprimente si queremos, pero certera. Yo no creo que la única posibilidad de ejercer poder sea partitocrática, ya les gustaría a los profesionales de la política que fuera así,lo que sucede es que somos los ciudadanos los que debemos crear espacios para la Cosa Pública desde abajo, desde posiciones de pura horizontalidad, no necesariamente desde el sometimiento jerárquicamente institucionalizado que sujeta a quienes han decidido vivir de un Partido. La cuestión, para no parecer uno de esos radicales impostados que encuentran en el «todo es una mierda» la excusa para no hacer nada, no es acabar con los partidos, ni siquiera desacreditarlos en plan enmienda a la totalidad… la cuestión es asumir con responsabilidad la obligación cívica de la participación, y ello pasa por sindicatos, asociaciones cívicas y organizaciones de toda índole. Quizá el problema radica en que la hegemonía de los partidos nos hace creer demasiado confortablemente en el principio de la representación, que es sumamente delicado y equívoco cuando no se adopta como una mera delegación pasiva de la política en los «expertos»

  32. David,
    ¿Obligación cívica de la participación? ¿Y si no se quiere participar, qué? ¿No somos libres para ello? La ausencia de un sustrato individualista y liberal en la cultura poítica española xplica el éxito recurrente de ese engorroso republicanismo filosófico que reclama una ciudadanía vigilante y participativa. Hay que reivindicar, como un derecho, el no-participar. ¡Viva la representación!

  33. El problema, Àngel Duarte, es que no se pueden marginar las opciones no con vocación de «marginales» sino marginalizadas porque acaso la sociedad no las haya reconocido o asimilado todavía por inmadura (ella, la sociedad, no las opciones). El problema es que por sí mismas son incapaces a menudo de alcanzar las mayorías necesarias y suficientes como para poner en marcha las reformas que prometen. Ese fue el caso por ejemplo de los verdes en sus principios, mal vistos por los partidos de izquierda porque les arrebataban un programa que ella jamás cumplía a pesar de usarlo como propaganda, y la derecha porque denunciaban uno de sus «cazaderos» favoritos. Los verdes prosperaron y hoy forman parte de gobiernos, a nivel internacional, que para obtener mayorías tienen que poner en marcha parte de las reivindicaciones ecologistas.

    No hablo de la famosa «sopa de letras», Àngel, que sirvió para eliminar de la escena política durante la Santa Transición a partidos con porvenir y con ideología mucho más auténtica y clara que muchos de los que quedaron «escogidos» por el gran dedo transicional. Pero una o más opciones nacionales se echan de menos en este país bendito y vendido donde ahora, por ejemplo, todo el mundo, tanto derecha como izquierda, quiere ser «de centro». De coña, vamos. Yo echo de menos, entre otros, un gran partido liberal, pero de los que fundaron la palabra «liberal» y que fueron los «rojos» premarxistas. Otro gallo cantaría y cubriría de ridículo a los actuales partidos mayoritarios en muchas de sus declaraciones de fundamentos. Y también, ¿por qué no? otro partido conservador no confesional, naturalmente, no ese ridículo Pp repleto de todos meapilas y chupacirios españoles. No me digas que las coaliciones posibles no aclararían en tal caso el panorama, y harían mucho más eficaz y progresista la acción de gobierno, entre otras cosas porque aportarían claridad.

  34. No me gusta generalizar pero me sumo a lo que dice el sr. Kant, que por otra parte concreta con ejemplos aplastantes. Vaya si concreta. Deploro con el sr. Kant el estado decreciente de nuestros representantes, de aquí y de fuera de aquí. Sarkozy sigue haciendo alardes para dejar a Francia en el mismo sitio. Berlusconi nos atemoriza cada día más e Italia nos apesadumbra: confirmamos que lo puede empeorar acaba empeorando. Etcétera, etcétera. La verdad es que estamos mejor en muchas cosas pero el nivel de nuestros representantes deja bastante que desear. Mientras tanto, hay numerosos periodistas silenciosos… O es, simplemente, que en la época de la información masiva e instantánea, el alud de noticias dificulta la selección.

    Hay que agradecerle a Paco Fuster la explicación breve pero ajustada que ha impartido sobre las candidaturas en EE UU. Los enlaces son útiles, sí. Aprovechen esa información. Imagino que le habrá supuesto un esfuerzo notable. Hay que valorar esos datos.

    En cuanto a lo que Arnau nos ha contado y la circunstancia semejante que nos dicen Berta Chulvi y Marisa Bou, además de Miguel Veyrat, pues qué podemos decir: que es descorazonador. Los partidos son necesarios y decepcionantes.

    Ahora bien, soy optimista: como no soy creyente ni espero nada, como no busco el sentido trascendente (que anhela Sarkozy y aquí ya tratamos tiempo atrás), me declaro optimista circunstancial (que no antropológico).

  35. Es curioso lo de los enlaces que dice Justo. Me han costado mucho de encontrar; no son datos difíciles de buscar (en la Wikipedia hay una lista de los partidos americanos también), pero buscaba una página en que se vieran claros, con un cuadro-resumen o un esquema (para no tener que dedicar mucho tiempo a verlo, a todos no les tiene porqué interesar lo mismo que a mi). A veces navegando por Internet me encuentro páginas muy interesantes y las agrego a «Favoritos» pensando en futuras reseñas o incluso en futuras discusiones del blog. Páginas de esas que dices: «no puede estar mejor explicado el tema…» o «esto me viene perfecto para cuando diga lo otro, para demostrar que…»

    Luego, como ua «ley de Murphy» absurda, cuando más falta te hace encontrar algo, te cuesta un mundo dar con el ejemplo pefecto. Me acaba de pasar ahora: estaba buscando un enlace para lo de Obama y no lo lograba encontrar. No quería cualquier página, quería que se viera una imagen concreta (la foto de Obama y McCain la primera vez que coincidieron en un acto, justamente para hablar de religión) y un texto que explicara la foto. He buscado en castellano, en inglés, en el apartado de «imégenes» de Google… Al final la he encontrado, el «Boston Globe» era la respuesta.

    En fin, es una cosa curiosa en la que he pensado varias veces. Por eso tengo esa mania de agregar a «Favoritos». De vez en cuando hago una limpia, pero seguro que tengo direcciones guardadas que pienso utilizar en artículos futuros, artículos que, seguramente, jamás escribiré. Un día escribiré un artículo como el último libro de Steiner; «Los artículos que nunca he escrito» será su título. Eso si lo escribo…

  36. Si te pasas por http://lamiradaaleste.wordpress.com/
    verás con qué dificultades, y cuántas se enfrentan algunas poblaciones, en algunos países, sólo para obtener pluralismo en cuanto a partidos políticos…
    En cualquier caso, muchas gracias de nuevo por tu esfuerzo, así como a Kant, como muy bien resalta Justo, por su claridad mental.

  37. Caramba, doña Ana, no fue mi intención generar en ud. ese estado de ánimo. Obviamente, desbarré en mi propósito de punzar almas para despertar conciencias. En ese sentido, acierta sin duda el optimismo del que nos habla el sr. Serna. Es imprescindible para encontrarle un sentido a todo esto. La vía consciente y crítica, pero participativa, reflexiva y exigente que nos aportan los señores Veyrat, Arnau, Lillo y Montesinos en este “post” – incluso en sus discrepancias – es indicativa de que es posible (y necesario), salir del atolladero. Con optimismo crítico es más fácil.

    En las próximas semanas veremos, a nivel de País Valenciano, cómo se desarrollan las cosas en lo concreto. Por una lado, un PP que ha hecho bueno al sr. Zaplana y ha defraudado todas las expectativas liberales con un gobierno cristiano y corrupto, deberá dirimir cómo seguir adelante con el partido, partido. Por ende, ¿de qué Partido Popular hablamos? Por otro, un PSOE cuya sucursal valenciana ha ofrecido la peor cara de la socialdemocracia y la inmoralidad, se enfrenta a la cuestión del liderazgo, sólo del liderazgo, pero en su sentido más perentorio y elemental: lo que se dirime es quien manda.

    ¿Debate ideológico? Les debería urgir a ambos partidos, sumidos, ellos, en un marasmo “centrista” que ha desfigurado hasta lo irreconocible sus perfiles pero, permítanme que lo dude. Ni en unos, ni en otros. A los primeros los cohesiona sus intereses económicos; a los segundos los separa sus personalismos. Por lo tanto, ¿qué más les da la Idea, «su» Idea, a unos y a otros? La prioridad en los movimientos internos de ambos partidos es conseguir “un buen paquete de delegados”. Y para ello se pacta con quien haga falta. Sin complejos. No se procede a una negociación entre ideas contrapuestas aunque compatibles. No nos movemos en el ámbito de lo intangible, no. Nos movemos en el de lo tangible: se produce un intercambio de favores tan materiales como bastardos.

    Ser consciente de esa diferencia entre negociar e intercambiar permitirá no confundir un “partido ómnibus” con una “partida de sinvergüenzas”. Y es que, cuando hablamos de los partidos de masas olvidamos que además de los totalitarios (fascistas y estalinistas), en un “ómnibus” democrático puede subir cualquiera y, de hecho, sube cualquiera: repasen la letra de “Cambalache” y verán con quienes comparten asiento.

    Con todo, les deseo a doña Marisa y doña Berta, la mejor de las suertes. Me gustaría, por el bien de todos, que no tengan ningún amargo despertar.

  38. Es imposible que los políticos actuales lean algo más que el dossier de prensa. No les interesa. ¿Los clásicos? Por favor, Àngel. ¿Para qué? Su oficio se aprende ahora en una Escuela de Negocios, que pronto comtarán con la asignatura de «Práctica comparada de las religiones aplicadas al beneficio». Con sus seminarios correspondientes…

    Y le doy toda la razón a David, que propone precisamente movimientos ciudadanos, idea que empezó a gestarse a finales de la pasada legislatura, aunque con un rotundo fracaso. Nadie quiere poner en marcha dispositivos nuevos mientras existan bien engrasados y útiles los actuales. Para ello, para que la democracia asumiese su verdadero sentido ontológico, habría que empezar de nuevo… No quiero decir cortando la cabeza al rey y haciendo una revolución. No somos ingleses ni franceses, tamoco contamos con la situación que permitió a Lafayette insuflar de su espíritu a América… ¿Por qué no empezar con «educación para la ciudadanía»? ¿Por qué no se empezó hace treinta años?

    Recuerdo en este sentido, que una de las trifulcas que tuve cuando formaba parte de la Comisión de Cultura del Comité central del PCE, y que llevaron a mi ruptura con él, consistió en afirmar que entonces, con la Constitución recién aprobada, con un sistema parlamentario por estrenar, era preciso que el Partido asumiese su misión fundacional… Enseñar a leer de nuevo la realidad a los españoles. Enseñar a leer y escribir una sintaxis nueva a los españoles, y que esa labor consistía en llevar a todas las mentes la praxis democrática. No, el Partido quería llenar las plazas de toros con Ana belén y Víctor Manuel, con Alberti y la Nueva Trova Cubana, para tener más y más diputados… Ese era el trabajo que debía asumir a partir de entonces la Comisión y los hombres de la cultura del Partido… (IX Congreso, año 1979) Con el resultado conocido hoy por todos. Ingenuos, no habían entendido nada de qué iba la Santa Transición. (¿Ingenuos? ¿Ingenuo Carrillo? ¿Cuál fue, de verdad, el pacto de Carrillo con Suárez a cambio de legalizar el PCE?: También es archisabido, sólo que nadie quiso darse entonces por enterado.)

  39. Es muy interesante el estudio que nos trae Miguel Veyrat aquí hoy. Iba a cambiar el post. Pero creo que vale la pena reflexionar sobre dicho texto. Cambiaré el post a las 16 horas de hoy: salvo que ustedes me digan lo contrario.

  40. Creo sinceramente que este estudio científico, por universitario, da en gran parte la razón a nuestras enteriores reflexiones, incluyendo la penúltima mía donde narro la imposición de la «dictadura del funcionariado» precisamente cuando el PCE proclamaba abandonar las antiguas prácticas y convertirse en un partido «socialdemócrata», la proclamada «territorialización» desde el cambio de Estatutos aprobado por el IX congreso de 1979. Coña fina marinera porque ¿existe algún partido más estalinista hoy en día que el supuestamente «socialdemócrata» o «socialiberal» en sus nuevas ansias que el PSOE?

  41. Me he esperado a ver a que llegaban. La conclusión es que la izquierda siempre la caga, pero el PSOE se lleva los votos. El jodido aparato. Viva el aparato! No hay alternativa?

  42. ¿O sá, Pedro-Paco, que usted viene aquí a examinarnos? ¿Y por qué no aporta usted una opinión razonada en lugar de concluír un escatológico montón de zulla para la izquierda? Que su delicado olfato lo disfrute, muchacho. Y ojalá que encuentre usted un apellido.

  43. Yo no soy quien para suspender a nadie y rechazo toda violencia, sea con palmeta o con palabras. Usted mismo se descalifica. ¿No hay alternativa?, pregunta. Eso estamos discutiendo, ¿por qué no avanza sus propuestas? Si no las tiene, la prudencia invita a escuchar, aprender y reflexionar. El resto es entrar como caballo en cacharrería, que es lo que usted hace, por lo visto con gran satisfacción de su incomprensible rencor.

  44. Yo no quiero creer que no haya alternativa. La hay, y debemos encontrarla. Si no cejamos en el empeño, estoy segura de que llegaremos a buen puerto.
    Lo siento, amigos. Hasta que no solucione mi internet casero, mis intervenciones han de ser irremediablemente breves -más que de costumbre- pero les leo, a hurtadillas, con el mayor interés.

  45. Muy interesante, pero que mucho, el artículo de El confidencial que referencia Miguel. ¿Alguien podría dar razón de si se puede acceder al estudio por internet?

  46. Les leo, les sigo leyendo. Pero desgraciadamente, en estos tiempos de crisis, es cuando más trabajo tengo y mi tiempo para intervenir es escaso (además en casa no tengo internet…).
    Buscaré huequitos.

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