Juan Planas Bennásar

jplanasb-Large1. Leo a Juan Planas Bennásar y aprendo. De sus poemas o de sus columnas: una observación desolada, nada cínica. No siempre coincido con sus diagnósticos o con sus dictámenes. Mejor: aprendo, ya digo, y me estimula.

Leo a Juan Planas y aprecio la socarronería y el sarcasmo. Es la apostilla irónica y desencantada, el reposo de quien ya no espera nada. Sus columnas no son divertidas. Son cruelmente cómicas. Describen el estado del mundo, del mundo local, y detallan a la vez un estado anímico. Las Baleares, la Península Ibérica, España e incluso el Estado español. Qué horror. Todo es objeto de recusación y de examen. Como en sus poemas, en los que él mismo se recusa.

AUN-APRENDO22. Aún aprendo, que decía don Francisco de Goya. A Juan Planas no le veo en la izquierda, de la que parece desengañado; pero tampoco le veo apoyando a la derecha rústica: él tiene más clase. O un toque de distinción. Aún aprende y nos hace partícipes de sus averiguaciones.

Por ejemplo, tengo un dolor en la espalda. Un par de protrusiones. Cuando me atacan esos malestares, siempre quiero contactar con Juan. De él recibo lecciones de ataraxia. Y otras enseñanzas literarias.

No se lo pierdan.

3. En la fotografía superior de Juan Planas, el viento revuelve su ralo pelaje. Mira con dolor o con estupor. Se le nota un cierto malestar. Como agraviado. Tiene la ciudad a sus pies. Y el cielo no augura nada bueno. La bufanda vuela y el abrigo no parece proteger suficientemente.

¿Quién le hizo la instantántanea? Me gustan sus gafas montadas al aire, que es justamente lo que se aprecia en la foto.

Viento, aire, levedad.

Hay que salir, que orearse. Hay que ventilar. Y hay que aprender, como el anciano de Goya. ¿Habrá que exiliarse? No, por Dios.

4. En el muro de Juan Planas en Facebook, la foto de portada es la de un Dave envejecido, la del astronauta del Kubrick1968Discovery (2001, Stanley Kubrick, 1968). Está sobre un lecho inmenso con un edredón de color verde.

Ha perdido toda la fuerza y como un observador derrotado se dispone a asistir al nacimiento de lo que le reemplazará. Está el monolito, rectilíneo y brillante. Y está esa pieza del Setecientos, anacrónica.

La luz desentona y rompe todo recogimiento: el blanco de la iluminación le da a la escena un aspecto hospitalari0. 2001 es un film grandilocuente, sí. Es una película que sobrecoge y te encoge: eres nada, un ser decrépito. Comparto con Juan Planas ese mundo decadente, ese espacio incongruente. Y comparto con Juan Planas el desecho en el que nos convierten el orden y el progreso. Estamos a la espera, exiliados…

7 comentarios

  1. Saberse exiliado sin necesitar, ni por asomo, exiliarse… Así me resumiría sin apelar a otra complacencia que la incómoda, pero definitiva, presencia del viento. Ah, el viento!

    Un fuerte abrazo!

  2. 4. En el muro de Juan Planas en Facebook, la foto de portada es la de un Dave envejecido, la del astronauta del Kubrick1968Discovery (2001, Stanley Kubrick, 1968). Está sobre un lecho inmenso con un edredón de color verde.

    Ha perdido toda la fuerza y como un observador derrotado se dispone a asistir al nacimiento de lo que le reemplazará. Está el monolito, rectilíneo y brillante. Y está esa pieza del Setecientos, anacrónica.

    La luz desentona y rompe todo recogimiento: el blanco de la iluminación le da a la escena un aspecto hospitalari0. 2001 es un film grandilocuente, sí. Es una película que sobrecoge y te encoge: eres nada, un ser decrépito. Comparto con Juan Planas ese mundo decadente, ese espacio incongruente. Y comparto con Juan Planas el desecho en el que nos convierten el orden y el progreso. Estamos a la espera, exiliados…

  3. Envidio su facilidad para encontrar la palabra justa, en esta ocasión tanto para expresar su respeto por un amigo como para referirse a una imagen inolvidable de un film que, sospecho, nos ha dejado igualmente heridos. Debo decirle algo sobre Kubrick: con el tiempo me va pasando algo extraño. Cada vez pienso menos en el Kubrick más glosado, el más grandilocuente, el que parece intentar mostrarnos en imágenes alguna suerte de secreto trascendente. Ya no pienso demasiado en el simio que lanza un hueso al aire, ni en la obertura del Zaratustra, ni en los torrentes de sangre que salen de una habitación en el hotel de El resplandor, ni en los momentos más espantosamente violentos de La naranja mecánica, ni en aquella danza de la muerte del batallón de Full metal jacket deambulando entre ruinas incendiadas en Vietnam… Pienso más bien en el rostro de Humbert Humbert -James Mason- contemplando estúpidamente extasiado a Lolita, en la tienda de disfraces en la que una noche entra el protagonista de Eyes wide shout, en Dave haciendo footing en círculo en la Discovery… De alguna manera, «mi» Kubrick ha terminado siendo el de los tiempos muertos… Esa misteriosa limpidez de los espacios casi vacíos, la geometría de habitáculos perfectamente cuadrangulares o circulares por las que los personajes hacen deslizar sus demonios sin encontrar la puerta de salida. Esa portentosa lentitud… los gestos que se demoran como si todo estuviera pasando cuando nada pasa… la mirada al espejo de Nicole Kidman.

    Lo sé, la imagen de Dave envejecido invita a la interpretación, pero me he acostumbrado a la comodidad de dejar de preguntarme qué hay tras la metáfora… Me dejo seducir por la superficialidad de unas imágenes hipnóticas.

    Es en esos términos que hoy sigo hablándome con Kubrick.

  4. Muchas gracias, sr. Montesinos por sus elogios: «Envidio su facilidad para encontrar la palabra justa, en esta ocasión tanto para expresar su respeto por un amigo como para referirse a una imagen inolvidable de un film que, sospecho, nos ha dejado igualmente heridos».

    Uno hace lo que puede por emplear las palabras que quiere emplear y no otras, los términos que uno precisa y no la retórica de la obviedad, que hoy tanto se lleva.

    Kubrick. Pues le doy toda la razón. Me gusta el cineasta grandilocuente y me gusta el que se dedica a mostrarnos los tiempos muertos de sus protagonistas. O les sobra tiempo o es que el tiempo es la materia de la muerte anunciada a plazos, mostrada en pequeños momentos. Nos pasa a todos: acostumbrados como estamos a la narración, al cine, al guión y a los argumentos, creemos que todo sucede con orden e incluso vertiginosamente. Pues no. El tiempo es también el tiempo muerto en que nada ocurre, pero cuando igualmente vemos que no hay salida. Nos pasamos la mayor parte de la vida sin hablar: conjeturando, anticipando, aventurando, pensando. Eso que no verbalizamos es vida, o tiempo muerto. ¿Cómo se muestra eso en cine? La portentosa lentitud de Kubrick fue un descubrimiento temprano para mí: cuando en el estreno de ‘2001’ a finales de los sesenta, un niño no entendía bien esa demora. Que los adultos que me rodeaban tampoco la entendieran acabó por inclinarme: este misterio de la lentitud y el esplendor visual acabaré por comprenderlos. Bueno, el resto es autobiografía…

    En Covers reproducimos esa breve secuencia en la que Lolita mueve el culo con su huula hopp. Ella aparenta desconocer las consecuencias de su movimiento pélvico. H. H. (James Mason), que se parapeta tras un libro, observa embobado a la nínfula. Ella va contando los giros de huula hopp, thirty-one, thirty-two… y el profesor, apenas vestido con una bata de andar por casa, no puede resistir tanto erotismo. Entonces, en ese tiempo muerto, es justamente cuando se da cuenta de que ha sido tocado, quizá hundido. El resto de la película es eso, el hundimiento de Humbert Humbert.

    Le agradezco, sr. Montesinos, sus palabras: siempre nos hace pensar con gracia. Vamos, que está tocado por la gracia.

  5. No insisto en el elogio, con él uno trata de animar a los que lo reciben a continuar, lo cual tiene por mi parte algo de interesado: admiro el talento literario e intento aprender.

    Hablando de gracia -«las que usted tiene», diría sin duda el personaje al que voy a referirme- anteayer la cadena antiguamente conocida como UHF tuvo la bondad de poner un especial Tip y Coll (Aún no he salido de mi asombro).

    Un día un joven me preguntó qué gracia tenía aquello de «la próxima semana, hablaremos del Gobierno». Ya ve, no supe explicárselo, tendría que explicar toda una época para hacer entender a aquel alumno una lógica humorística tan peculiar. A veces me sirvo de Faemino y Cansado, pero no, no son lo mismo, desde luego. Y qué talento, dios, qué rapidez mental, qué dominio léxico. Aquella pura desfachatez de Tip no deja nunca de recordarme al maestro de maestros, Groucho Marx. Tip era la parodia de un perfecto caballero de principios de siglo. Se operaba en cada número una reducción al absurdo de las normas más enrevesadas de la cortesía y el decoro, jugando magistralmente al equívoco de tal manera que, al final, uno no podía por menos que darse cuenta de que la mayoría de mediaciones y formulismos de los que nos servimos para tratar con otros seres humanos son grotescos y nos convierten en personajes de chiste.

    Con Tip y Coll, que alegraron alguna nochevieja infantil, me despido para desearle a usted, a su familia y a sus amigos un feliz 2013. No se pierdan lo que les enlazo, es muy breve y, en mi opinión, desternillante. (Por si mi simpar habilidad para poner links no da resultado, les aconsejo buscar en youtube algo así como «Tip y Coll Polonia», obviamente es una parodia del gobierno tipycollizada)

    Y permítanme otra, también puede que ser rían, o se sonrían, pero me parece una manera inteligente de cerrar el año. Es una iniciativa de un grupo de profes de secundaria que algunos de ustedes ya conoceran: se llama «Clases para Wert». El profesor que protagoniza esta que les linkeo -es una delicia, de verdad- es el de Historia. No se la pierdan.

  6. Interpretar o no hacerlo… en una quietud similar a la de Dave ante su futuro o su pasado, como si ante un espejo, me dejaron las inesperadas, y así aún más hipnotizantes, palabras de Justo. Y así sigo: mirando, interpretando… :-)

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