Para qué sirve la literatura

profesorCuando presentamos Héroes alfabéticos. Por qué hay que leer novelas agradecí la camaradería de quienes me acompañaban en la mesa, de los colegas que me dedicaron palabras cariñosas, pensadas e irónicas. Amigos nuevos, como David P. Montesinos, irónicamente pugnaz en su intervención (y que aquí pueden leer, aunque ahora, en su blog, regresa otra vez a Héroes…). O camaradas viejos, como Francesc Vila, con quien me amisto y me peleo desde hace treinta años: un sabio provocador intelectual, apasionado con sus amigos a pesar de su aspecto tan contenido, tan british. Sus palabras reflexivas y profundas también pueden leerlas aquí. O amigos como Anaclet Pons, a quien conozco desde que ambos teníamos nueve años. Al hacerle hablar lo puse en un compromiso: no porque no esté acostumbrado (sus muchos años de docencia no justifican este pretexto burlón que él adujo), sino porque los sentimientos no son los mejores recursos para tratar el libro de un amigo. Y, sin embargo, el Dr. Pons supo salir airoso y con picardías irónicas del envite en que yo le había puesto. Me describió con guasa, retratándome como un tipo tenazmente sedentario: en casa leyendo, calentito y con poco ruido. Ése es también un disfraz con el que yo me revisto y una careta que mis amigos me aceptan. Agradecí igualmente la generosidad de la multitud que se había congregado en aquella sala de la Casa del Llibre de Valencia.

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Recordé también a mi padre. Y a mi madre: a ambos les está dedicado el libro. Tuve que tragarme algunas palabras para que le emoción no me impidiera seguir. Agradecí al joven ilustrador sus trabajos: la viñeta con que empieza cada capítulo, unos dibujos que tan certeramente captan la esencia y el tópico de cada personaje, como un precipitado o una síntesis. Agradecí esa imagen de cubierta, un monstruo de Frankenstein que nos reclama con sus ojos tristes, un Boris Karloff redivivo con arte básico y perspicaz. Y agradecí a mi familia la paciencia con la que sobrellevan mis obsesiones: obsesiones con este o con aquel autor, con este o con aquel personaje, con este o con aquel libro.

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Y agradecí, en fin, a Antoine Compagnon su compañía. Estaba entre nosotros a pesar de que no figuraba en la Sala. Es un tipo raro este Compagnon, un sabio que salta fronteras, uno de esos individuos que quieren sumar saberes incongruentes para escándalo de los guardianes académicos. Formado inicialmente como ingeniero de caminos, es catedrático de literatura francesa en la Sorbona de París, según reza la solapa de una de sus obras. Cuando estaba preparando mi intervención, la lectura de un librito suyo ahora editado por El Acantilado me procuró unas pocas horas de reflexión y de placer. ¿Para qué sirve la literatura?, que así se titula su ensayo, me había inspirado para esa tarde. Dicha obra es la lección que Compagnon pronunció al ingresar en el Collège de France el 30 noviembre de 2006. Es decir, hace dos años. Lo que el autor dice allí no es algo raro ni nuevo. Tampoco lo pretende. Es un compendio breve, muy breve, de razones antiguas: de razones a favor de la literatura, las que tradicionalmente se han defendido.  ¿Cuál es el poder de la creación? ¿Para qué sirve la literatura? Les cuento y les amplío.

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Primero, dice Compagnon, es un medio de conocimiento y de instrucción moral. Las novelas nos enseñan qué es el bien y qué es el mal, cómo obran algunos para achicar ese mal o para facilitar ese bien. O, como diría Carlo Ginzburg, la literatura aumenta y entrena la imaginación moral: nos permite evaluar las conductas de experiencias ajenas para así examinarnos a nosotros mismos.

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Segundo, añade Compagnon, la literatura es también un remedio contra lo real. O, por decirlo con Cesare Pavese, es una defensa contra las ofensas de la vida, una forma de oponernos a las injurias de lo ordinario, a esas cosas que nos pasan y cuyo dolor aliviamos con narcóticos diferentes. ¿El principal dolor? El aburrimiento, sin duda. ¿El segundo dolor? La muerte, claro. La literatura es un modo torpe, egregio, humano, incompleto de frenar la muerte.

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Tercero. Las novelas son igualmente un repertorio de voces, una restitución del lenguaje, de los lenguajes que hablan distintos personajes y, por tanto, esos que son remedo de personas reales. O, como diríamos con José-Carlos Mainer (La escritura desatada), la novela es un género inclusivo, hasta invasor: incorpora y añade prosas diferentes (incluso de poesías) para formar un texto mayor. Etcétera, etcétera.

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¿Cuál es el resultado de estas operaciones? Cuando nos adentramos en una novela es probable que leamos una suma de documentos posibles, textos con diferentes sintaxis y con distintos narradores, por ejemplo, que se expresan con variados giros. Saber captar esa diferente entonación hace grande a un novelista y nos hace sentir la verosimilitud de lo contado o mostrado. He leído recientemente una novela, fracasada, en la que el autor se desdobla. ¿Que porqué fracasa? Porque el autor no es capaz de desaparecer, de hacerse desaparecer. Irrumpe su voz a cada instante y eso arruina la narración. En las buenas novelas que yo haya podido leer, los personajes cobran fisonomía, hondura y son creíbles hasta tener entidad propia: algunos incluso escapan de las novelas en que aparecieron para regresar en otras ficciones posteriores que los reviven con semejantes o diferentes ropajes.

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En mi interior conviven muchos de ellos y, sin duda, si tuviera que imaginarme un paraíso, sería el de una conversación animada y simultánea con esos héroes alfabéticos. ¿Se imaginan? Pero de esos personajes no lo sabemos todo: querríamos conocerlos, incluso tipificarlos, hacer una taxonomía, declaraba Honoré de Balzac en 1842, en el prefacio de La comedia humana. Pero ya no estamos en el siglo XIX. En 1932, Louis-Ferdinand Céline (Viaje al final de la noche) dice algo sobre nuestra incapacidad de conocer. En realidad, lo dice su narrador. “Decididamente, lo más interesante pasa siempre en la sombra. Nada se sabe de la verdadera historia de los hombres”. Frente a la inocencia de Balzac –la posibilidad de presentar el elenco completo de los tipos humanos–, admitimos con Céline los obstáculos de saber cómo son de verdad los individuos: los reales y los literarios, los históricos y los inventados. Entre la transparencia y la oscuridad, el lector que soy yo mismo se empeña en conocer a esos interlocutores de los que algunas se dicen y otras no, hablantes de un mundo interno, una polifonía que no siempre nos deja en paz. 

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«Somos muchas cosas a la vez, aunque sólo asociamos una a cada instante», leo ahora en uno de los artículos de Juan Planas (aquí). En efecto, padecemos una multiplicación y varias vidas no necesariamente sucesivas. Tenemos papeles distintos, pero tenemos también significados distintos. Sólo el orden de vigilia nos obliga a establecer sucesiones y a obedecer códigos diferentes. Además, a esas muchas cosas que somos se añaden las que no somos pero con las que fantaseamos: las ideas que hemos descartado o las metas que hemos abandonado. O esos personajes que hemos hecho nuestros, esos héroes cuyas experiencias nos sirven para probarnos. Lo no verificado también es nuestro yo potencial. Lo virtual nos pesa tanto como lo sucedido y vivido propiamente (y de eso hablamos Isabel Burdiel y yo mucho años atrás, precisamente cuando discutíamos sobre Javier Marías, por ejemplo). Por ello, la literatura que despliega un yo fragmentado o difuso es un instrumento que enriquece lo real y destruye lo dado. Sí: tanta multiplicación daña lo ordinario. Y por eso también la narrativa nos hace sumar lo que no hemos consumido, esas vidas en las que no hemos gastado el esfuerzo o los años. El despliegue de vidas potenciales también enriquece lo cotidiano, cierto, pero ese hecho nos hace ver lo contingente de lo que realmente vivimos.

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Hago mía otra idea de Juan Planas que aquella tarde no pude expresar con sus palabras aún inéditas, unas palabras en las que alude indirectamente a Juan Marsé. Son éstas: «no hay vida sin conciencia de que esta tarde –con Teresa o sin ella– puede ser la última y quizá lo sea. Los libros tienen las páginas contadas. También nosotros». La metáfora de las Páginas contadas, que así se titula el artículo de Planas, es muy pertinente y coincide también con lo que yo exponía en la presentación de Héroes alfabéticos apoyándome en Umberto Eco: vivimos con el señuelo de la hipertextualidad y de la hiperrealidad. Son herramientas que multiplican los usos de la escritura y de la vida, cierto. Nos abrevian las operaciones mecánicas y nos dan posibilidades de rehacer lo pensado, lo escrito, vivido… virtualmente. Pero la vida de cada uno se acaba.

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Las novelas tienen efectivamente las páginas contadas. Son textos cerrados con un número variable de palabras, con un número limitado de personajes y situaciones. En principio, no es posible modificar esas palabras, esos personajes, esas situaciones. Parece una trivialidad, pero no lo es: el lector, capaz de rehacer el sentido una y mil veces al final tropieza con un texto que es como es, que no tiene remedio ni desenlaces varios, alternativos, virtuales. Descubrir que las vidas se acaban, que las páginas se acaban, que las novelas se acaban es hoy una lección muy necesaria muy provechosa, una lección de humildad para nosotros, los usuarios omnipotentes de lo virtual.

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Y fin. Pongo fin. Demasiada escritura, me dirá mi crítico. Demasiadas palabras, demasiadas obras. Publicas mucho y eso quizá sea arrogancia: creer que tus palabras sirven para algo. Yo le responderé. No, te equivocas. “La poca obra infunde amor propio”, indicaba precisamente Balzac. “Pero el mucho trabajo inspira modestia infinita”, añadía nuestro autor en ese prefacio de La comedia humana. Me conformo con menos: con la modestia finita del mucho trabajo.

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Hemeroteca

1. Pueden leer algunos pasajes de mis Héroes alfabéticos en Ojos de Papel, 1 de diciembre de 2008: lea aquí.

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2. Pueden leer la reseña que hago de La vida rescatada de Dionisio Ridruejo, de Jordi Gracia, en Ojos de Papel, 1 de diciembre de 2008: lea aquí.

 

35 comentarios

  1. Leo y les recomiendo la reseña que Francisco Fuster hace en Ojos de Papel de ‘Los sueños de mi padre’, de Barack Obama.

    http://www.ojosdepapel.com/Index.aspx?article=2972

    Es un texto eficaz y bien resuelto que examina el fenómeno Obama desde ese libro de memorias, el primero que escribió: un texto en el que el Presidente electo trata temas muy delicados. Apruebo la audacia de Fuster (no soy profesor suyo…), pero me habría gustado leer algo más sobre los recursos propiamente literarios del presidente electo. Umberto Eco trataba en ‘Sobre la literatura’ el Manifiesto Comunista, de Marx y Engels: ese panfleto como artificio literario. Ayer mismo, en ‘El País’, Ángel Rupérez, cátedrático de la materia, abordaba, el clásico como pieza literaria que sobrevive. No decía cosas nuevas, pero decía cosas interesantes. Tal vez le faltaba un examen formal de las metáforas del Manifiesto.

    La literatura, otra vez, sí. El texto de Obama tiene recursos que hay que descifrar, resortes propiamente literarios que son desveladores. La reseña de Francisco Fuster es utilísima, pero creo que le falta desarrollar esa dimensión (que aquí tímida, brevemente, esbozamos). De todos modos, enhorabuena. Fuster es agudísimo.

  2. … y vértigo, riesgo. De perderse, de caer por el precipicio, de no salir jamás del laberinto. O, seamos juveniles, amor por la aventura.
    En cierta medida, empezamos ahí ¿no? Reconozcámoslo.
    Abrazo

  3. Debp pensar que «Los sueños de mi padre» es un libro recomendable porque la reseña de nuestro obamólogo particular lo es, desde luego. Detecto en Paco Fuster cierto exceso de esperanza, cierta euforia que me resulta difícil compartir. ¿La Tierra Prometida? Me cuesta creerlo. ¿Convencer a la gente del mundo de que América es el paraíso de las libertades? También me cuesta creer que alguien, siquiera este Kennedy negro, esté en condiciones de emprender esa tarea con mínimas garantías. Claro que también supuse que el fenómeno Lula se disolvería como un azucarillo y empiezo a pensar que, felizmente, me equivoqué. Me parece interesante la estrategia que Fuster implementa, promocionando la figura del nuevo Presidente partiendo de su potencial como escritor. No había pensado que pudiera ser el mejor escritor de la Casa Blanca en medio siglo, pero, bien pensado, no recuerdo ni uno -y recuerdo desde Gerald Ford- que haya sido capaz de transmitir algo más que tópicos. Obama ofrece connotaciones especiales por su condición mestiza y porque su biografía contiene rasgos fascinantes, pero aún no estoy seguro de que el efecto de todo ello tenga largo recorrido. Los USA, no lo olvidemos, han cultivado más que nunca en los últimos tiempos la imagen de potencia opresora. Zygmunt Bauman dijo, parafraseando cierto título de un libro trivial, que los europeos son de Venus y los norteamericanos son de Marte. ¿Es Obama un venusiano? Me gustaría convencerme, quisiera compartir la esperanza de Fuster, ojalá tenga razón.

    Una curiosidad. Cuando las televisiones del mundo emitieron el último capítulo de «Roots» (Raíces), todo un fenómeno sociológico que llegó a paralizar el país, se nos contaba como el autor, Alex Haley viajaba a la zona de África de la que, según sus estudios genealógicos, procedían sus ancestros. Allí encontró al primer esclavo de su familia, el que pasó de internarse en una selva para encontrar con qué fabricar un tam tam a ser capturado por tratantes, cruzó encadenado el océano y pasó el resto de su vida en una plantación algodonera del Sur: «Kunta Kinte, te he encontrado», gritaba Haley. El padre de Kunta -otra curiosidad- se llamaba también Omoro.
    Merece la pena siempre leer a Paco Fuster.

  4. Que no se me olvide. Jimmy Carter fue un hombre digno y probablemente, un buen presidente, no sé si para los USA, pero quizá, comparado con lo que vino luego -de Reagan a los Bush- fue un buen presidente de los USA para el mundo. No me consta que escribiera nada relevante, aunque desde que abandonó la presidencia no paró de luchar por los derechos humanos desde distintas instituciones.La derecha norteamericana, que le llamaba «el cacahuero»,por el tipo de negocio al que se dedicaba, le juzgó siempre como un hombre débil. Quizá este bien ser un hombre débil.

  5. Por orden del post:

    1.- He leído el texto del post y he rememorado la tarde del pasado miércoles (también leyendo el blog de David Montesinos y los comentarios allí vertidos). He rescatado para quien le interese una larga cita de una autora que me gusta, porque creo que resume muy bien la sensación que pudo tener el autor del libro ante las diferentes lecturas de sus amigos, viejos y nuevos. Son palabras que bien podrían haber sido pronunciadas por alguno de ellos. Pertenece la cita a un interesante ensayo de Virginia Woolf titulado «¿Cómo hay que leer un libro?», bastante desconocido en España, entre otros motivos, por la pésima política editorial de Lumen, que tiene descatalogadas y sin reeditar muchas obras de esta autora. Les copio lo que dice Woolf:

    «Si todo es verdad, si leer un libro tal como se debe exige tan alto grado de imaginación, comprensión y criterio, probablemente concluiréis que la literatura es un arte muy complejo, y que es muy probable que no lleguemos a ser capaces, después de toda una vida dedicada a la lectura, de hacer aportación alguna, digna de consideración, a la crítica literaria. De ahí que debamos quedar en lectores, que no debamos atribuirnos esa mayor gloria que en justicia pertenece tan sólo a quienes también son críticos. Pero, a pesar de todo, también tenemos nuestras responsabilidades, e incluso nuestra importancia, en cuanto a lectores. Los criterios que nos forjamos y las sentencias que dictamos al juzgar se elevan en el aire, y pasan a formar parte de esa atmósfera que los escritores respiran, cuando trabajan. Se crea una influencia que les afecta, incluso en el caso de que jamás quede expresada por escrito. Y esta influencia, si está bien documentada, y es vigorosa, independiente y sincera, puede tener gran valor, ahora que la crítica se encuentra, forzosamente, en estado comatoso, en que los libros desfilan igual que una procesión de animales en una galería de tiro, y en que el crítico apenas tiene un segundo de tiempo para cargar el arma y disparar, por lo que bien puede perdonársele que confunda los conejos con los tigres, y las águilas con las gallinas, e incluso que no dé en el blanco y su disparo vaya a dar en una pacífica vaca que pasta en un campo vecino. Si el autor tuviera conciencia de que, detrás de los tiros que a tontas y a locas dispara la prensa, hay otra clase de crítica, consistente en la opinión de las personas que leen por amor a la lectura, despacio y sin profesionalismos, y que emiten juicios, animados por gran comprensión y gran severidad, ¿no mejoraría esto la calidad de sus obras? Y , si gracias a nosotros, los libros llegaran a ser más vigorosos, más ricos, más variados, creo que habríamos conseguido algo digno de ser intentado».

    2.- He leído la reseña del libro de Jordi Gracia. Parece interesante, aunque admito que esos libros que parecen biografias pero no lo son, me suelen poner nervioso, sobre todo cuando uno no está avisado y va buscando una biografía prototípica. Ya avisado, tengo interés en leerlo o al menos hojearlo y repasarlo. No voy a descubrir a estas alturas a Ridruejo, pero debo decir que he descubierto este curso que es un tipo más interesante de lo que pensaba. Su peripecia vital es asombrosa y su valentía -otros dirían traición- a la hora de reconocer lo que creía un error de juventud, no deja de ser admirable.

    3.- Sobre la reseña de Obama, dar simplemente las gracias a Justo por sus palabras. Supongo que tiene carencias, pero admito que la he hecho lo mejor que he sabido. Si no es mejor es porque no doy para más, sin excusas. Estoy abierto a críticas de todo tipo. Eso sí, como decía alguien en la presentación, recomiendo vivamente la adquisición -gratuita además- de la reseña. Quiero decir que entren a la revista y echen un vistazo al texto y a los numerosos enlaces que contiene, muy interesantes.

  6. La crónica de Paco Fuster es el mejor argumento para afirmar que los libros no terminan (tampoco las películas) con la palabra Fin. Siguen vivos y alimentan otras mentes que escribirán otros libros multiplicando su eco en las conciencias; como sucede con nosotros: acaso la fisiología escriba en la pantalla la palabra Fin cuando deja de latir nuestra actividad cerebral, pero nos perpetuamos en el recuerdo de nuestros actos y la realidad de material de nuestros genes. La caducidad es —precisamente porque mata sin cesar— la fuente de la vida.

    Gracias por traer de nuevo a la mal leída (en nuestro triste país) Virginia Wolf: del ensayo reproducido por Paco (enhorabuena), resaltar lo poco que cambian las cosas en la miserable vida literaria: sus palabras sobre la crítica y críticos podrían servir para describir la situación actual. Y de paso nombra la honda actividad de algunos de nuestros contertulios, entre ellos el master de este blog como fundamento crítico imprescindible.

    Por otra parte abrigo las mismas dudas razonables que David acerca de la explosión de esperanzas que causa el liderazgo futuro de Obama, pero pensemos en que al igual que John Fitzgerald, Barak Hussein tiene guerras abiertas y negras nubes en el horizonte, como su antecesor; y si bien ya cayó el muro de Berlín y con él el telón de acero y los posibles Kruschov, otro telón más duro e inconmovible se alza entre la razón democrática y el fundamentalismo religioso unido a los intereses imparables (por imprescindibles dada su creciente población en progresión geométrica)e implacables de las llamadas «emergentes» contaminadas de fanatismo: India quizá haya sido sólo el principio de otra fase mucho más dura y que quizás lleve la tan mentada III Guerra Mundial a las llanuras fronterizas (¡Ojo!) con China y Rusia.

  7. ¡Ah! Paco, con los datos de las reseñas sobre Ridruejo y el artículo de Victor Pérez Díaz de ayer en El País, tienes bastante. Ridruejo, por desgracia no da (no pudo dar, no le dejaron) para más. Hoy desgraciadamente no nos sirve sino como ejemplo de probidad personal y política.

  8. Antes que nada, decir que el texto de V.Woolf -titulado «¿Cómo hay que leer un libro?» como dije- está en «La torre inclinada y otros ensayos», Barcelona, Lumen, 1980, pp. 60-61.

    Tienes razón Miguel. Lo de Virginia Woolf y las ediciones de sus libros es un caso. La editorial esta tiene los derechos pero no sé por qué motivo, no reedita los libros. Y sí, sus palabras sobre la crítica literaria son de plena actualidad. Como en tantas otras cosas, Woolf soprende por la vigencia de sus razonamientos y por haberse adelantado en el tiempo a muchas cosas que después le han dado la razón.

    Sobre lo que dicen Miguel y Montesinos, una aclración: el primero que duda de la retórica de la esperanza soy yo mismo. No he ocultado nunca que mi candidata preferida en su momento era Hillary Clinton, pero eso una cosa y otra diferente es analizar el libro de Obama. Lo de la Tierra Prometida que dice David es un licencia poética, un lugar común. Lo único que quería era comparar el discurso de Luther King (ese video de Youtube que enlazo pone los pelos de punta si uno sabe toda la historia y sabe que King fue asesinado al dia siguiente) con el hecho histórico de que un negro llegue a la Casa Blanca. En cierta medida, son dos triunfos históricos: la Ley de Derechos Civiles en su momento y ahora la presidencia del país.

    Sobre Ridruejo, Miguel, decía lo del descubrimiento porque este año estoy haciendo un trabajo sobre Ridruejo para una asignatura del Master que estoy cursando. El tema lo elegí yo porque conocía al personaje pero muy de pasada. Ahora que me he metido -a nivel modesto, no creas que he leído mucho- he descubierto que es un tipo muy interesante que dice cosas muy interesantes. Leyendo sus cartas y esa entrevista famosa a la revista «Bohemia» que cita Justo, se percibe la historia de un joven que se mantuvo fiel a unos principios y unos ideales. Hay gente que crea que rechazó el Franquismo porque se hizo de izquierdas, cuando en realidad fue todo lo contrario: lo rechazó porque era más fascista que Hitler y Mussolini juntos. Él sí se creyó el fascismo y el mensaje de su querido Jose Antonio. Otra cosa es que luego la vida lo llevara de la disidencia primera a la oposición final. Al hilo de esto, acaban de reeditar este año «Escrito en España» (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008), con prólogo de Jordi Gracia también.

  9. Has situado de modo prodigiosamente exacto la figura de Ridruejo, Paco.

    En cuanto a Obama, no podemos ser más pragmáticos en nuestros juicios expresados de lo que él mismo lo está siendo al escoger su equipo. Las circunstancia en las que ha sido elegido no han mostrado todavía su verdadero trasfondo, que poco a poco irá revelándose: la crisis mundial (como la que transformó solamente el mundo occidental en el siglo IV tras el hundimiento del Imperio romano, vencido por el bárbaro fundamentalismo cristiano) no es sólo económica sino de civilización, y ese sí es un debate que merece la pena y el que quizás el equipo de Obama sí ofrezca una cierta esperanza de contrapesos útiles ante lo que piede suceder.

  10. 1. Dice Paco Fuster a propósito de Ridruejo: «Hay gente que crea que rechazó el Franquismo porque se hizo de izquierdas, cuando en realidad fue todo lo contrario: lo rechazó porque era más fascista que Hitler y Mussolini juntos. Él sí se creyó el fascismo y el mensaje de su querido Jose Antonio. Otra cosa es que luego la vida lo llevara de la disidencia primera a la oposición final. Al hilo de esto, acaban de reeditar este año “Escrito en España” (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2008), con prólogo de Jordi Gracia también».

    No, no. Hay un error notable en esa forma de presentar la vicisitud de Ridruejo. El error está en la frase: «Otra cosa es que luego la vida lo llevara de la disidencia primera a la oposición final». No es la vida, que parece algo circunstancial o aleatorio o azaroso. Es otra cosa bien distinta. Me parece rebajar a Ridruejo presentar su disidencia o su oposición como fruto de la vida.

    2. Por otra parte, en su artículo, Víctor Pérez Díaz hace anacronismo con Ridruejo: es tomar a un personaje de otro contexto para convertirlo en contemporáneo nuestro y «testigo incómodo». Un historiador nunca debería proceder así. Convertirlo en nuestro interlocutor actual tiene la ventaja de hacerlo nuestro según convenga sin que él pueda defenderse del buen uso o del mal uso de su ejemplo. Creo que el libro de Jordi Gracia, ‘La vida rescatada de Dionisio Ridruejo’ es un ejemplo de buen hacer: evita el anacronismo y no nos autoriza a convertirnos en evaluadores arrogantes.

  11. Pase unos días recuperándome de mi participación en la manifestación del otro día. Gracias a los Dioses Inmortales, anduve encubierto en la asociación de Ursulinas Descarriadas, lo cual me permitió una cierta comodidad en medio del gentío – nadie se aproximaba a nuestro grupo, producíamos ictericia – pero no me eximió de algunas apreturas agobiantes que, claro, afearon mis costuras y descuadraron mi pose afectada.

    Regreso y me los encuentro que siguen enfrascados en temas literarios. Vaya por delante mi felicitación a don Paco Fuster, no encuentro yo en su escrito tantos puntos rebatibles como para tener que subrayar nada negativo en él, al revés, me pareció un escrito muy lúcido y equilibrado para alguien que se reconoce “hilarista”.

    No sé, no sé, si tendríamos que volver a convocar al Reporter Tribulete para hacer un seguimiento más detenido a la praxis del sr. Obama pues a las reticencias que algunos contertulios lanzaron – no sé muy bien porqué, dado que no tenía ni gobierno formado – vienen a unirse unos primeros síntomas – precisamente, al nombrar a su gobierno – que pueden ser preocupantes: su confianza en miembros del antiguo gobierno del sr. Bush, su vínculo con el “lobby” judío, el nombramiento de doña Hilaria… y, sobre todo, ese clima social que van preparando los medios al enarbolar uno de esos conceptos que me producen nauseas: el pragmatismo. Parafraseando a aquel gran pensador alemán, “cuando oigo la palabra pragmático, cargo mi pistola”. Y el “gobierno de rivales” que prometió don Barack – parafraseando él, a su vez, al sr. Lincoln – se está conformando más bien como el “gobierno de las componendas”. Siempre pido hechos y estos hechos que ahora ya tenemos ante nosotros no auguran la realización de aquella “esperanza” que el presidente electo prometió. Ya veremos. Desde el 20 de enero dispondrá de cien días para demostrar, con otros hechos, que todo fue un juicio precipitado.

    Hablaba de “cargar mi pistola” y pensar en aquella famosa “dialéctica de los puños y las porras”, uno de los fundamentos joseantonianos del fascismo español, ha sido todo uno, precisamente en un “post” en el que asoma la cabeza don Dionisio Ridruejo y su evolución personal e ideológica. Leído el texto del sr. Serna y confiando en que el sr. Fuster se adentre en este individuo – ya que lo tiene para su master – yo recomendaría – si para algo sirve mi observación – que pudiéramos graduar el sentido del que yo mismo he llamado “fascismo español”. Pensar que los srs. Ramiro Ledesma, Onésimo Redondo y José Antonio Primo pensaban en lo mismo cuando crearon FE y de las JONS, me parece delirante. No entender el proceso de purga ideológica que se produce en ese Partido en los meses previos a la contienda civil es no entender que el incumplimiento de los 27 Puntos de Falange (octubre de 1934) atañen a personas como el sr. Ridruejo que, precisamente, por aceptar los nuevos 26 Puntos con el decreto de “Unificación” (= FET y de las JONS; abril de 1937), ya estaba traicionando al fascismo y no para evolucionar hacia la democracia, sino hacia el nacionalcatolicismo más reaccionario (el propio del sr. Redondo) ¿o no acabó condenado a muerte en abril del 37 don Manuel Hedilla – segundo jefe nacional de FE – al vindicar el fundamento de FE?. Extraña pues ver la sorpresa del sr. Ridruejo cuando a su vuelta de la URSS se da cuenta que “no hay revolución joseantoniana; sólo rutina institucional, clericalismo y acomodo pícaro” – como indica don Justo en su artículo – ¿y que esperaba encontrar si no?.

    Es, pues un personaje curioso, precisamente por sus orígenes ideológicos y si escarbamos en ellos, hay tantas sombras… bastantes más que luces. No lo veo fascista, no lo veo joseantoniano, no lo veo franquista, tampoco demócrata… ¡ah, que avanzó a pasos!… bueno, eso está bien… pero qué prudente prudencia… ¿o era miedo? ¿o acomodo? ¿o pragmatismo?… no lo se, no lo he estudiado lo suficiente – por eso confío en el trabajo del sr. Fuster – pero desde luego, algo en él huele a podrido. Aunque, también es posible, que no fuera en él sino en los que quieren instrumentalizar la memoria de un pobre diablo.

  12. Hombre, sr. Kant, por fin entre nosotros y hablando de Ridruejo, que abordo en mi última reseña y que debo ampliar para un texto más extenso en ‘Claves de razón práctica’. Además de represión, el franquismo fue «rutina institucional, clericalismo y acomodo pícaro», en efecto. Yo no veo la oscuridad que usted ve en Ridruejo: veo un individuo que supo reponerse a sus ideaciones fascistas y que vivió su propio contexto. No me parece adecuado despacharlo (usted no lo hace) diciendo que la vida le llevó a este punto o a aquél. Emprendió una profunda reflexión desde el fascismo. Tampoco me parece adecuado traerlo como si tal a 2008, cosa que hace Pérez-Díaz. La circunstancia es crucial. Ahora, Ridruejo puede servir para atacar a la derecha más dura que no condena el franquismo y para condenar a la izquierda que no revisó su contribución a la Guerra Civil. Creo que eso es un uso instrumental de Ridruejo: los individuos sirven para algo más. Seguro que usted estará de acuerdo conmigo.

  13. Quienes están cometiendo anacronismo al traer la atmósfera de la prefuerra civil que da lugar a la fundación FE y otras bandas bárbaras, son los historiadores y políticos neofascistas. Creo que Pérez díaz hace muy bien en trasponer esa figura a 2008 ya que quieren hacernos creer que la historia se repite en estos mismos momentos. La figura de «ese» Rridruejo podría dar agua al vino que están madurando en sus podridas cubas. Podríamos seguir, si lo desea.

  14. Un anacronismo es un anacronismo. Quizá si se lee mi reseña se entienda por qué me disgusta trasladar a Ridruejo a 2008. Permite a algunos profesar la equidistancia, cosa que hace Pérez-Díaz.

    Admiro a Ridruejo: su figura da para más, para mucho más. Por eso estoy revisando sus cartas y su ‘Escrito en España’. Para evitar trasladarlo.

  15. Coincido y discrepo con ud. don Justo. Mi discrepancia, no obstante, la dejaré en suspenso por ahora dado que mis conocimientos sobre el fascismo español no son lo acendradas que requeriría mi diatriba y en las circunstancias que se dan entre 1932 y 1942, creo que es donde está el meollo de ese asunto.

    Es en ese meollo donde opera el sr. Ridruejo. Y donde opera de una forma excesivamente equívoca. ¿Aprueba los 27 puntos de Falange en el 34 y se suma a los 26 de FET en el 37? ¿Cuestionó en fascismo en dos años y medio? ¿Lo cuestionó yendo a la URSS porque “Rusia es culpable”? No entiendo que apoye la carcunda franquista más reaccionaria contra sus camaradas revolucionarios – cuando el nacionalsindicalismo lo era – y luego se extrañe de tener un Movimiento Nacional de chulos, asesinos, cobardes y meapilas.

    Y después de esas fechas… caramba… qué curiosa oposición al franquismo ¿no?… “desterrado” a Ronda y Sant Cugat del Vallés en 1947 y en el 51 ya nos lo encontramos viviendo en Madrid. Pero en el 52 ya está participando activamente en la vida pública – mantenida por el régimen – dedicada a la poesía. Y cinco años después le entrega al ex-general Franco su “Informe confidencial” (1957), vaya ¿para acabar con el franquismo desde dentro?. Y apenas pasado otro lustro, en el 62, nos lo encontramos en Munich, de contubernio y con su obra “Escrito en España” censurada. Grave delito. El peso del régimen cayó sobre él… ¿cómo?… ah, de exilio en París (esa sórdida ciudad)y dos añitos después de vuelta a casa, ¡vaya dictadura generosa con sus enemigos!

    En 1964, don Dionisio me recuerda a don Barack Hassan: construyamos nuestra propia imagen para asaltar el poder (pero en el 64, ojo) ¿Cómo hacerlo?, como decía don Pedro Laín Entralgo de él: “Dionisio es un ser liberal y lo será mientras haya en el mundo hombres que libertar”. Liberal, claro – ¡que socorrido es dicho concepto en el XX! – por eso crea la Unión Social Demócrata Española en el 74, uy, qué coincidencia, se nos hace socialdemócrata ese férreo liberal llegado del franquismo de origen nacionalsindicalista. Desde luego, los he visto peores, pero no veo la luz en él. En fin, espero que me/nos la muestre con sus estudios porque a mí sólo me salen sombras, las del que trata de estar siempre con el sol que más calienta.

    Y el sr. Ridruejo acaba ahí, en junio de 1975. Ahí comienza mi coincidencia con ud sr. Serna. El sr. Ridruejo es hijo de su tiempo, está inextricablemente vinculado a él. Reflexionar sobre él es reflexionar sobre aquella España, aquel fascismo, aquellas clases sociales, aquella poesía, aquellos “exilios”, publicaciones, contubernios… El sr. Ridruejo, como botón de muestra, sirve para muchos, muchísimos, muestrarios, pero siempre ubicado en su momento. Jugar al anacronismo es peligroso. Las imágenes se distorsionan, las figuras se deforman, los discursos se retuercen y las conclusiones obedecen antes a la voluntad de quien ha sacado a la figura de su lugar que a las propias ideas del instrumentalizado.

    A la postre, da igual instrumentalizar una idea – como la ocurrencia aquella del nacionalismo español del 2 de mayo – que hacerlo con una persona, es de bastardos hacerlo.

  16. Es raro que hablen de Dionisio aqui cuando lo que escribe el bloguero es de literatura. Ya se que Dionisio fue un gran escritor. Por eso por favor no reduzcan su vida a la lucha politica.

    Espero a ver como sigue esto.

  17. Hombre, don Joaquín, es interesante esto que nos indica ¿existe la literatura más allá de las personas que la ejecutan? ¿Cree ud que las vidas de las personas son compartimentos estancos en las que las diversas facultades del individuo se fraccionan sin tener relación alguna entre sí? El sr. Ridruejo, no era un político, ni era un literato, era una persona a la que le preocupaba la sociedad en la que vivía y ello lo podía expresar a través, como mínimo, de dos vías: la artística y la política. Tratar de entender una sin la otra, yo creo que es imposible. Si no sabemos porqué alguien dice algo, ese “algo” desconectado de la realidad de ese “alguien” no tiene sentido más allá de un mero placer estético intrascendente, justo lo contrario de lo que don Dionisio pretendía ¿no le parece?

  18. A veces pienso que lo más grande
    de que dispone el hombre es el hambre de conocer,
    que abrir un libro es abrir las alas
    sobre las cosas que nunca acabas de poseer.
    Y empiezas a edificar tu mundo
    de las ideas en un segundo de intuición,
    para acabar bajo los cimientos,
    esclavizando tus sentimientos a la razón.
    Y una lucecita que apenas se ve,
    cuando estoy a solas va diciéndome
    que no soy yo, que aún no soy yo…

    Joan Baptista Humet

    In Memoriam

  19. Seguro que estará siempre en la memoria de muchos de nosotros, al menos de los que ya tenemos «una edad». ¡Que en su próxima vida cante igual que lo hizo en esta!

  20. Doy por bien empleado el percance que tuve ayer con mi brioso corcel mecánico – tal vez demasiado brioso para la carrera gélida que me encontré camino a Navarrés – con tal de estar, obviamente camuflado, en el municipio de La Canal para presentar mis respetos a personas comunes entre Joan Baptista (no, no se me olvidó ponerle el “don” es que a él sería incapaz de ponérselo) y yo.

    Por esa razón – me esperan veinte días de pie inmovilizado (los contertulios del gremio sanitario saben, pues, que no ha sido nada grave, salvo para mi amor propio… ¡caerme de la moto a estas alturas!) – no pude dar la noticia antes en este “blog”. No me incomodó, ni mucho menos, que otros se me adelantaran. Al revés, me emocionó descubrir que, a pesar de los años, las ignominias de las discográficas y de efímeras famas, era una persona conocida, reconocida y, sobre todo para él, querida.

    En estas condiciones, no podré ir a Barcelona al recital que se hará en su honor, y eso sí me dolió, así que con ese dolor del amigo perdido, del trovador desaparecido, del ser humano raptado para todos, me uno a la tristeza general. Una tristeza que él no querría, pues, a la postre, va camino del País de Nuncajamás y ¿quién puede entristecerse por eso?.

  21. Cuando Joan Batiste Humet volvió de su exilio interior,cantando «El regreso, en un nuevo trabajo editado por su nueva discográfica,después del contencioso con su anterior editora,se lo agradecí,puesto que soy un admirador de sus canciones y de su manera de cantar.Ahora nos ha vuelto a dejar, esta vez para siempre,pero tampoco lo olvidaremos.
    D. Kant, ¿se le fue la moto?.¡Vaya con cuidado, que solo se vive una vez!

  22. ¡¡¡Cantarelli, sobre todo no te olvides de abrochar el casco!!! No queremos perderte; por otro lado, bien empleado está en justo castigo a tu «maldad». Ahora que me han ofrecido una Harley de sexta mano, preciosa, brillante, niquelada… a muy buen precio. Me lo estoy pensando, un setentón en Harley sería una «pasada» ¿no crees? Pero tu ejemplo me retrae.

  23. ¡Sr. Kant! Lamento que tenga que estar con el pie tullido durante 20 días, y espero que el percance no le haya supuesto ninguna otra lesión. Yo le haré compañía desde mi casa durante una semana, pues por razones que ahora no vienen al caso, no puedo ir a trabajar en ese tiempo.
    Así pues, nos encontraremos en el blog de D. Justo.

  24. Bueno, como muchos se quejan de que no se habla de literatura, ahí van dos item. El primero sobre la «utilidad» de la literatura, sirve tanto para el autor como para el lector y va derecho a su esencia; aunque el ilustre mentor que os traigo habla de poesía no os engañéis, poiesis es la madre de toda expresión mental en signos, tanto de la pintura (Ut pictura, poiesis) como de las otras artes y géneros correspondientes y/o derivados:

    Oyó los secretos de filosofía,
    Et los fuertes pasos de naturaleza;
    Obtuvo el intento de la su pureza,
    Et profundamente vio la poesía.
    Marqués de Santillana
    Comedieta de Ponça

    La segunda cosa era que andaré ausente de su lectura cotidiana, y de la escritura en su honor y dedicación, ya que me voy a la patria chica de Garibaldi, la ciudad de Niza, donde asistiré a un simposio de cuatro días en homenaje al gran poeta contemporáneo francés Jacques Darras, de quien soy traductor e introductor en España. Las versiones y antologías que he dedicado a su obra me valieron el premio nacional de traducción Stendhal; no digo esto por vanidad, ya me conocéis, sino para que si os es posible os adentréis en ese mundo maravilloso de Jacques donde la poesía se confunde con la historia de nuestra cultura siguiendo el curso de los ríos de Europa, que saltan por encima de todo tipo de fronteras en un auténtico encuentro entre culturas, con la garantía de que la traducción no os va a defraudar.
    Su obra se puede encontrar en «Cinco Cartas a Elena», publicado por Linteo, y en «Antología Fluvial», de Calima ediciones. Si alguno se atreve, me dará la razón, y espero que deje aquí «razón» de ello.
    Un abrazo, hasta pronto.

  25. ¡Ay de mí! Estoy viendo que se me va a marchar la paga extra en libros. No es que me sepa mal, pero hubiera querido hacerme algún otro regalillo. Pero con todas las tentaciones que ustedes me van poniendo en estas líneas, veo que al final la gastaré toda en letra impresa. ¡Todo sea por la cultura!

    Señor Kant, téngame usted mucho cuidado, porque este blog, sin usted, no sería lo mismo. ¿Tal vez su postración nos beneficiará (je, je) con más participaciones suyas? Porque como la «pupita» se la ha hecho en el pié, el obligado reposo no le impedirá usar las manos para deleitarnos con su animada prosa. Así lo espero.

    Y usted, don Miguel, vaya en moto, si lo desea, porque la edad no es impedimento para casi nada. Pero advierta que he dicho «casi», porque, aunque no me asista ningún derecho, querría pedirle que no corra riesgos innecesarios. Ya ve usted lo que puede pasar.

    En cuanto a mí, no les hablo de literatura porque estoy disfrutando con la lectura de los Héroes Alfabéticos. ¡Bien por don Justo!

  26. Seguro que no nos defrauda, Don Miguel. Ya le contaremos, ya…

    Vuelva pronto y cuidado con la moto…:-)

  27. ¡Y yo era el que no quería hablar de mí!… bueeeeno… antes que nada agradecerles a todos uds su interés por mi accidente. Ya les dije que estoy bien, no fue nada especialmente virulento, la cosa fue más espectacular – la madrugada, el hielo en la calzada, las chispas del metal sobre el asfalto cuando la moto, caída, lo recorre en una exhalación arrastrándose y algún revolcón que otro del “motard”, nada que la piel de la chupa no aguante, nada que su acolchado no proteja – más espectacular, decía, que trágico. Estoy acostumbrado a ir con muletas por ese mismo motivo y este ha sido solo otro incidente en varias décadas de carretera.

    Por orden de intervenciones. Verá don Arnau, fue una placa de hielo en una curva la que me hizo resbalar. ¿Sabe? Dio ud en el clavo por completo: por eso voy en moto, porque sólo se vive una vez.

    Don Miguel, una “Harley” es lo que todos los motoristas, menos los del “Clan Harley”, claro, llamamos un “Hierro de Milwaukee”. Una máquina tranquila, lenta, pesada e ideal para no abrirse la cabeza. Eso sí, si no ha andado antes en dos ruedas (con motor)… cuidado, no es un juguete. Vives peligrosamente sobre dos ruedas.

    Doña Isabel, será todo un placer compartir dolencias con ud. Espero y deseo que sean tan nimias como la mía.

    No crea, doña Marisa que no pensé en ud y en la eminente sra. Pavlova – que también tuvo un percance en la mano – cuando fui consciente de que la única lesión fue (¡como siempre!) de rodilla para abajo, precisamente porque la recuerdo sufriendo por escribir y no poder hacerlo.

    Y se acabó lo mío. Ahora sí callaré con ello que don Miguel nos ha propuesto dos aspectos muy interesantes del mundo literario y don Justo, en el nuevo “post”, ya nos desafía /se desafía por haber persistido (él / nosotros) en el mundo literario mientras Roma arde (¡cáspita, que visión neroniana de nosotros mismos!).

    Ah, caballero Veyrat, infórmenos del evento al que asistirá, por favor, no nos olvide…

    A quién no olvido es a Joan…

    ¡Hay que vivir, amigo mío!
    Antes que nada hay que vivir,
    y ya va haciendo frío,
    hay que burlar ese futuro
    que empieza a hacerse muro en ti.

    “Per semper”

  28. ¿Sabe? Dio ud en el clavo por completo: por eso voy en moto, porque sólo se vive una vez.

    Le entiendo amigo Kant y comparto dicha respuesta.

    Mis hijos cualquier día me despeñam la moto por las costas de Garraf.

    Eso sí, nunca me he accidentado…toquemos madera..a mis 68 años me cambiaría la vida un pequeño golpe.

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