Rita.¿Persecución, cacería, linchamiento?


Con esas palabras y alguna otra, distintos dirigentes del PP califican lo que en los últimos meses habría padecido Rita Barberá. Según dicha versión, la ex alcaldesa habría sufrido persecución, cacería o linchamiento practicados por sus adversarios políticos o por periodistas inmisericordes: «hienas», concretamente.

Es raro que esos mismos dirigentes populares no hayan empleado la fórmula ‘Via Crucis’: sería una imagen muy gráfica, de pasión, sangre y dolor, de quien está siendo empujado a la muerte.

Digámoslo otra vez: persecución, cacería, linchamiento. Así, con esas metáforas, llaman e identifican el proceso judicial que se le sigue y que la ha llevado al Supremo. Que se sepa, a tan alto Tribunal no se va por la demencia o la porfìa de un acusador. 

Se va por una circunstancia procesal en la que hay plenas garantías: es decir, por pruebas potencialmente incriminatorias. ¿Estamos o no estamos en un Estado de Derecho? ¿Que los medios de comunicación hurgan y conjeturan sobre los posibles latrocinios de la Sra. Barberá? 

Yo no sé si cometió delito, pero sí sé que la prensa se ocupa habitualmente de estos casos en cuanto huelen la presa, en cuanto las sospechas son noticiables. Si hubo ensañamiento, entonces los dirigentes del PP deberían haber defendido a la Sra. Barberá sin desmayo y sin descanso. Antes, no cuando ya ha fallecido.

Pero no. La muerte de doña Rita es para sus antiguos cofrades el resultado de una persecución, de una cacería o de un linchamiento cometidos o emprendidos por la izquierda, por la prensa y, más en general, por los medios hostiles y por los rivales más desalmados. 

Lo dicho por estos dirigentes del PP es una pura desvergüenza. Literalmente: simple vergonzonería. No lo califico de acto hipócrita, porque ésta, la hipocresía, implica un grado superior de civilización. Y estos dirigentes están en un estadio inferior: parecen una jauría de mastines. ¿De hienas? En fin, puestos a ensañarnos y a usar metáforas…, pues dos tazas.

Conclusión: esas fórmulas (persecución, cacería, linchamiento) son puro verbalismo, metáforas desgraciadas y rendimientos ventajistas por parte de quienes echaron a la ex alcaldesa de su propio partido. 

Y luego está Monseñor Cañizares, caso aparte. En el momento de escribir esto, ignoro lo que pueda decir en el funeral, que seguro será tonante. El día anterior sermoneó con voz atiplada contra el orden del mundo. Así, sin más.

La muerte de Rita Barberá no se debería a causas físicas u orgánicas, a un fallo del corazón en una persona de edad quizá maleada. Según Monse Cañizares, el óbito sería resultado del mal estado de la civilización actual. 

No sé si a los deudos, a los afligidos parientes y amigos, algo así debe de sonarles tranquilizador o reparador. Yo estaría enormemente disgustado con el Arzobispo. Puesto a ejercer de dedo acusador, más le valdría concretar. Desde luego un juez instructor no le toleraría estas abstracciones o especulaciones. 

Piénselo, Monse: si nos morimos porque la sociedad está en decadencia, si fallecemos porque vivimos en una Europa fallida o en una España defectuosa, entonces la pregunta es: ¿por qué no nos morimos todos ya, Cañizares?

En fin, como sigan por ahí, o van solitos al Infierno o los mandamos allí los sufridos ciudadanos.

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Fotografía: EFE.

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