Uno. Nota de prensa de la Fundación José Manuel Lara. La imaginación histórica. Ensayos sobre novelistas españoles contemporáneos, de Justo Serna, ha recibido el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos. Por su parte, Carmen. Biografía de un mito, de José Manuel Rodríguez Gordillo, ha ganado el Premio de Biografías Antonio Domínguez Ortiz.
Los premios los concede la Fundación José Manuel Lara e Ibercaja Obra Social en memoria de estas dos personalidades del mundo de la cultura y la investigación, que fueron patronos de dicha fundación. Serán entregados el sábado 12 de mayo en el Ayuntamiento de Sevilla en el marco de la Feria del Libro.
El Jurado de los dos premios ha estado compuesto por José María Casado Raigón, Pedro Cerezo Galán, Jacobo Cortines Torres, Ignacio F. Garmendia, Magdalena Lasala Pérez, Joaquín Pérez Azaústre y Antonio Prieto Martín. El Jurado destacó en La imaginación histórica. Ensayos sobre novelistas españoles contemporáneos, de Justo Serna, “la originalidad y actualidad de su enfoque aplicado a desvelar desde la Historia las relaciones entre realidad y ficción en la obra de cinco narradores españoles contemporáneos (Luis Landero, Arturo Pérez Reverte, Eduardo Mendoza, Antonio Muñoz Molina y Javier Cercas), que cultivan la ficción como una forma de construir nuevas realidades”.
Seguiremos informando…
Ilustración: El monstruo lee, por Monigote
Mi mayor enhorabuena por el premio, muy merecido. Y una pregunta que muchos deseamos conocer y difundir: ¿para cuándo aproximadamente aparecerá publicado este importante ensayo?
Muchas gracias, Rogelio, por la felicitación, tan sentida.
La aparición del libro está prevista para junio. O sea, muy pronto.
Excelente, buenas fechas. Ahora toca difundir la noticia: título y contenido. ¡Mucho éxito!
No voy a decir aquello de que, después del interesado, soy la persona que más se alegra por el premio, porque sería pretencioso por mi parte, pero quienes me conocen bien saben de sobras que sí, que es una alegría muy grande, no solo por lo personal, sino también por lo profesional.
Me siento muy orgulloso de que un hsitoriador como Justo Serna gane un premio de ensayo, igual que me sentí muy orgulloso cuando Isabel Burdiel ganó el Premio Nacional de Historia. Es una demostración de que, aunque algunos les cueste reconocerlo, en España (y entre mis colegas de la Universidad de Valencia, si me lo permiten) también hay historiadores que no solo investigan, sino que también saben escribir muy bien y llegar al gran público.
Lo dicho: enhorabuena y mucho éxito con el libro.
Felicidades, Sr. Serna. Sabe que celebro mucho su premio.
Un abrazo.
Es una alegría enorme, señor Serna. Me parece maravilloso que reciba tal reconocimiento. Merecidísimo. Un fuerte abrazo.
Por los clavos de Cristo. Les voy a mencionar en Sevilla cuando recoja el premio.
Se agradecen en estas fechas las buenas noticias, sobre todo si son premios concedidos al buen hacer, buen saber e investigación.
mi más sincera enhorabuena. Me alegro muchísimo
Enhorabuena, Justo. Me alegro mucho.
Enhorabuena, Justo!!!!!!!! Alegrón de los buenos!
Muchísimas gracias
Me sumo a las enhorabuenas. Sospecho que el monstruo seguirá leyendo. Por cierto la imagen de Monigote es estupenda.
Yo también me sumo a la suma de las enhorabuenas. La verdad es que es una gran noticia, de esas de las que vamos tan escasas, como dice Elena Casero.
Muchas felicidades.
De Gaia a Kindle
http://blogs.elpais.com/presente-continuo/2012/05/de-gaia-a-kindle.html
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/05/10/valencia/1336677071_028532.html
Muy emocionada, ya lo sabe. Y muy orgullosa.
Enhorabuena.
Enhorabuena, Justo. Me alegra mucho la noticia. Espero tener ocasión de leer el libro.
Una gran alegría por tu premio. Una gran alegría porque pronto podremos disfrutar de otro libro tuyo. Una gran alegría por lo bien que escribes. Una gran alegría, amigo, una grandísima alegría…
Acabo de verte en el noticiario de A3, Justo!
¡Felicidades!
Enhorabona professor
En relación al artículo «De Gaia a Kindle», creo entender las razones del señor Girbés, a cuyo artículo en el Quadern alude. No digo que esté de acuerdo en todo, como tampoco estoy en desacuerdo con lo que dice usted a lo largo del artículo. Simplemente creo que Girbés advierte sobre los riesgos de cierta tendencia -de procedencia sospechosamente interesada- a inflar las expectativas de algunas supuestas revoluciones mediáticas. Tiene usted un e-book y no me cabe duda de que lo aprovecha. Yo no lo tengo, pero recientemente mi hermano me estuvo explicando las ventajas del aparatejo y me parecieron convincentes. Quiero que no se me malinterprete, pues cuando en el pasado mostré un -creo- moderado escepticismo respecto a la revolución que se nos venía encima con inventos como el DVD o el teléfono móvil se me acusó de retrógrado, de paleto y -por la misma cuesta deslizante- hasta se me dijo que lo que yo pretendía es regresar al buen salvaje de Rousseau y gilipolleces por el estilo. El día que esto me pasó con internet decidí enfadarme de verdad, pues el hecho de que algunos usos y apropiaciones de internet me parezcan problemáticos no significa en absoluto que yo esté contra la Red. Es obvio, sí, -de hecho ahora mismo estamos en un blog-, pero a veces parece que si no celebras jubilosa y acríticamente cualquier cosa que llega es que estás a punto de ingresar en la secta de los Amish y pretendes regresar al mundo pre-industrial.
Con el libro digital me pasa un poco lo mismo. No me lo he comprado -aún- y posiblemente es cuestión de tiempo que lo haga, simplemente espero a convencerme de que mi vida será mejor con él. (Con el móvil, por ejemplo, ya lo probé, y he decidido abandonar, por eso no tengo tal aparato y no me va mal, para sorpresa de mis alucinados alumnos cuando les hago esta confesión) No hay aquí hipótesis apocalíptica, como usted no presiento males en su uso y extensión, muy al contrario creo que puede hacer más por extender el hábito de la lectura que si el aparato no existiera. Ahora bien, creo que es razonable sospechar de un exceso de expectativas, de esa afición a lanzar casi como una amenaza la especie de que tal invento es la hostia, que va a acabar con el mundo tal y como lo conocíamos y que si no me lo compro ya poco menos que voy a ser marginado y habré de instalarme en una comuna hippie de la Patagonia. Ya sé que usted no dice eso, pero tampoco creo -usted estará en esto de acuerdo conmigo- que el autor del texto diga que el el libro digital vaya a ser como el mejillón cebra, una especie destructiva que necesita extenderse destruyendo los demás formatos.
Antes de volver a felicitarle, querido señor Serna, por el premio que acaba de recibir, le cuento algo. Cuando salió el dvd yo era feliz con mi colección de VHS y sacando novedades del videoclub que ponía en mi aparato de video, el cual usaba también con las célebres cintas vírgenes para grabar entrevistas, pelis, series o partidos de fútbol. Yo era feliz entonces, hasta que llegó el dvd dichoso, dejé de poder alquilar pelis y grabar programas de la tele… Hube al fin de claudicar, comprarme el aparato dichoso … Un amigo, que sonreía sardónicamente cuando vio el DVD en mi casa -«al fin cediste, ¿eh?»- me había vendido que aquel invento iba a ser la leche, que nuestras vidas iban a mejorar y que sólo un reaccionario como yo se negaba a aceptarlo. Me llegó a decir que por culpa de refractarios como yo no se abarataban y extendían antes todos estos nuevos inventos. Me irrita mucho este recuerdo, sobre todo cuando pienso en cuanto lloré cuando hube de tirar la trilogía del Padrino…
«Cuando yo era niño, una vecina me regalaba cada año un libro por Navidad. Un día me preguntó: «Dime, Umbertino,¿lees para saber que hay en el libro que estás leyendo o porque te gusta leer?» Y tuve que admitir que no siempre me apasionaba lo que leía. Leía por el gusto de leer, cualquier cosa. ¡Fue una de las grandes revelaciones de mi infancia!»
Estoy seguro de que le agrada la cita, es de uno de mis preferidos de los últimos años: «Nadie acabará con los libros», un largo y gratísimo diálogo entre Jean-Claude Carrière y, obviamente, Umberto Eco. Creo que, como ellos dicen, el libro es como la rueda, una vez se inventa ya no se puede hacer nada mejor. Me gusta agarrar los libros, me gusta olerlos… Creo en el objeto, acaso más que en su contenido. Llámenme fetichista. Estoy seguro de que comparte usted mis sentimientos. Digamos que me cuesta leer un libro que no puedo tocar, por eso solo leo en el ordenador cosas muy breves.
¿Por qué me lo paso tan bien leyendo sus cosas, sr. Montesinos? No hay manera de enfadarme con usted y sus posiciones. Lo digo y lo repito. Muchas gracias por su felicitación.
Mi miedo –mi resquemor– es que me pase lo que le sucedió a aquél: que confunda mis avances personales con los avances de la humanidad. De momento no hay peligro, pues desconfío de mis habilidades tecnológicas. De hecho, la tecnología debería estar pensada para gente como yo: inútiles, gentes incapaces de programar un DVD.
¿Alguien se acuerda del Blu Ray? En El Corte Inglés hay ofertones. Mi problema –que no es tal– es que no tengo aparatejo de BR. Desconfié dede el principio. La segunda metedura de pata de Sony.
Lo del Kindle (o similares) es que lo tienes todo en la nube y te lo bajas al dispositivo que quieras. Es lo que hago. Y el E-Reader es cómodo de leer. Eo sí, en veraión táctil. Como un buen libro en papel. Ahora tengo (gracias a Paco Fuster) ‘La guerra civil, de Julián Marías, en Fórcola. Una joya. En papel.
Yo voy a seguir leyendo, que es lo que quiero.
Curioso, lo de ‘El Padrino’, sr. Montesinos. Tres semanas atrás acabé de ver y de volver a ver las tres partes de la historia. ¿En qué soporte? En DVD, sí, lo admito. Como un antiguo.
Sr. Montesinos, hace dos años un servidor escribía esto.
http://elpais.com/diario/2010/04/28/cvalenciana/1272482292_850215.html
«…»El libro es como la rueda. Una vez inventado, no se puede hacer nada mejor», apostilla el autor de El nombre de la rosa.
O tal vez sí, podríamos replicarle: tal vez los nuevos aparatos que están a punto de llegar mejoren lo existente. Imagino las sofisticadas operaciones que nos permitirán, funciones que desempeñan los libros. Serán prodigios… ya inventados. A estas alturas no podríamos soportar cacharros que nos obligaran a cambiar de costumbres. Por tanto, estos nuevos cachivaches, los e-books, tendrán mayor aceptación cuanto más se asemejen a sus rivales. Los toleraremos mejor si nos dan mucho pesando poco; si nos permiten pasar página haciéndonos sentir su materialidad.
¿Pasar página? Ahora que lo pienso, con estos aparatos no tendremos que humedecernos el dedo para completar dicha operación. Bien pensado, es un alivio: justamente algunos monjes de El nombre de la rosa caían víctimas del veneno con el que estaban untadas las páginas de aquel libro letal. Al pasarlas mojaban la yema del dedo con el resultado cierto de muerte. Todo eso ocurría en una abadía, un recóndito lugar de arcanos conocimientos. ¿Como la biblioteca particular de Umberto Eco?…»
No me vanaglorio, pero creo haber acertado. Sencillamente porque soy un inútil y un perezoso tecnológico. Por eso me sorprende el lector táctil, qué gran aparato. Es como un libro en papel. Por eso leo…
Se divierte con lo que le escribo porque me quiere usted bien, cosa que debería hacerse mirar. De otro lado, considero cuestión de honor llevarle un poco la contraria, pues últimamente recibe usted muchos elogios. No digo que sean inmerecidos, pero el elogio debilita. Quizá sea usted fuerte ante ese riesgo y no necesite que le fustiguen; no sé si yo lo sería, sinceramente.
El ejemplo del blue ray ese -o como se llame- me viene al pelo. Nunca he sabido qué demonios es ni qué aporta de novedoso. ¿Sabe? Yo cambiaría todos esos inventos sólo porque nunca me cerraran el cine D´Or de Valencia, sí ya sabe, ese de Russafa que huele a cine, está lleno de gente muy rara y en el que echan dos películas de reestreno.
Me sorprende que a estas alturas tenga usted la ingenuidad de que ha conseguido sortear para siempre la astucia de Jorge de Burgos con la ayuda de la tecnología. El jodido ciego es demasiado artero y sigue tendiendonos su trampa. Lee usted libros venenosos, se chupe o no las yemas de los dedos.
Y hablando de venenos. He vuelto por unas pocas semanas a Balzac, en concreto a El tío Goriot, aunque usted no se lo crea estaba virgen con este autor. La biblioteca del Instituto da mucho de sí. Tras acabar la novela me queda la sensación de que la cultura europea contemporánea está inconscientemente muy influida por este escritor.
Es curioso, señor Montesinos, hace poco estuve yo leyendo, del mismo autor, Las ilusiones perdidas. Y también noté cierto paralelismo con la época actual. Sobre todo en lo tocante a la relación entre la prensa y la política. Y el personaje central, Lucien Chardon, recuerda -y no vagamente- a muchos de los que pululan ahora mismo por estas tierras.
Y es que, como bien dice el aforismo popular, todo está ya inventado.
Entiendo, doña Marisa, que está usted recomendándome esa lectura. Cojo el consejo al vuelo.
Nos recomendamos a Balzac, gracias al buen criterio y al buen gusto de la sra. Bou y del sr. Montesinos, y va se muere Carlos Fuentes. La muerte no tiene gusto ni criterio, por Dios. No me conformo. Es ridícula mi protesta, ya lo sé; pero no voy dejar de manifestarla.
Enhorabuena, Justo. Estoy deseando leer ya ese ensayo del que, sin duda, disfrutaremos muchísmo. ¡Desde hace siglos se ve que Vd, vale muchísimo…! Un abrazo.
Enhorabuena, novio Urbano Lacio. Firmado: tu Palantea.
Ya en serio… ¡Felicidades, Justo!
Un saludo
Muchas gracias por sus continuas felicitaciones. Son muy generosos.
me sumo a todas las enhorabuenas recibidas. Este premio es una alegría y un premio a la perseverancia y buen hacer, que como ya han dicho anteriormente, no sólo es un buen historiador, sino que además sabe escribir bien y llegar a los lectores. un abrazo, J. y avísanos de su publicación para poder leerte.
Muchas gracias, Concha. Recibe un fuerte abrazo. Mantendré informados de la publicación, claro que sí.