Justo Serna
14 de abril de 2023
Makma. Revista de artes visuales y cultura contemporánea
La profesora Rita Rodríguez, de la Universitat de València, organizó un congreso, toda una jornada dedicada a su figura.
Se celebró semanas atrás, concretamente el 3 de marzo de 2023, y dicho congreso llevó por título Repensar Europa. El legado de Jorge Semprún.
Fue una actividad necesaria y ambiciosa, centrada en un autor de cuyo nacimiento este año se cumple un siglo. Madrid, 10 de diciembre de 1923.
Ese día, el 3 de marzo de 2023, se desarrolló en la Facultad de Filología de València la jornada. Diversos participantes reflexionamos sobre sus actividades, políticas, intelectuales, literarias, etcétera.
Se me había hecho el honor de empezar el congreso con mi ponencia. No fue posible por culpa de una indisposición muy molesta.
Quiero, sin embargo, dejar constancia aquí, aunque sea brevemente, de mi intervención, de la síntesis escrita de lo que iba a ser mi intervención.
Precisamente por eso, el título de mi ponencia era Semprún y el otro. Las autobiografías de Federico Sánchez.

Lo que en Makma. Revista de artes visuales y cultura contemporánea publico no es un calco de esa ponencia. Es otra cosa que se le parece, pues hablo de las paradojas de la lectura, pero no de los hechos políticos contados en esa obra.
Mi contribución parte ahora de una experiencia. De la lectura, precisamente, o, mejor dicho, de las distintas experiencias de lecturas realizadas a lo largo del tiempo.
Lecturas de la Autobiografía de Federico Sánchez, la primera obra de Jorge Semprún escrita en español y con la que obtendrá el Premio Planeta de 1977. A Semprún lo conocemos y reconocemos por los datos oficiales de su vida.
¿Pero quién es el otro al que aludía en el título de mi ponencia? ¿Acaso Federico Sánchez, ese nombre de guerra, ese heterónimo del propio Semprún?
Sí, efectivamente lo es: es el otro, un agente comunista, el principal agente comunista, en la España de Franco entre 1953 y 1963.
Pero el otro al que me refiero no solo es esa contrafigura. Cuando hablo del otro, está también quien lee, quien lee al novelista, quien lee sus páginas por sentirse concernido, tan y tan concernido que se involucra fantasiosamente en sus vidas, en sus obras autobiográficas o en las ficciones que urdió.
O sea: yo mismo como lector que lo descubre a los 19 años…
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