La cabeza de Vladímir Putin

Cada año, desde 1923, la revista Time concede su mención más distinguida, la de ‘Person of the Year’. En 2007 lo recibió Vladímir Putin.

En cada caso, el editor y su staff no eligen sólo el mandatario o la celebridad, sino que también escogen finalmente la imagen que ilustrará la cubierta de la revista. Y ello entre distintas opciones presentadas.

La de 2007, la dedicada a Putin, corresponde a Platon, un afamado fotógrafo inglés de origen griego (claro). De las cuatro imágenes que reproduzco es precisamente la primera por la izquierda. Es diferente, ya ven. Se distingue del resto por su grisura gélida.

Es una toma frontal de la cabeza de Putin. Se trata de un primer plano en el que el mandatario ruso aparece con un rostro serio, severo. Con una mirada fría.

En el gesto se adivina un remoto sarcasmo. Putin se ha prestado al juego de Time y la revista ha elegido probablemente su pose más neutra, pero la mirada delata escepticismo y quizá impostura.

Richard Stengel, el editor de Time, justifica el galardón y enumera a algunas de las personalidades finalistas, Al Gore y J. K. Rowling entre ellas, cuyos nombres también figuran en la cubierta.

¿Por qué Vladímir Putin obtiene el primer puesto?

Se concede el premio al líder de una nación, Rusia, que de superpotencia ha pasado a potencia regional tras haber perdido influencia. Pero ese líder ha logrado frenar el declive de su país, para a la postre remontar la caída.

Eso dicen.

Es un hombre acerado y decidido, añade Stengel. Y es —será— una referencia decisiva del siglo XXI. Eso señala en 2007.

Con mucha prosopopeya, Stengel dice que Rusia vive en la historia y la historia vive en Rusia. A lo largo de gran parte del siglo XX, la Unión Soviética ha proyectado una sombra ominosa sobre el mundo. De hecho, la URSS podía verse como el siniestro hermano gemelo de Estados Unidos.

Pero, después de la caída del Muro de Berlín, Rusia decrece, retrocede, pierde su lugar en el gran juego de la geopolítica, de modo que va empequeñeciendo frente a Estados Unidos e incluso frente la China y la India.

Esta visión de Rusia, dice Stengel en 2007, es errónea e ingenua. Es más: Rusia es fundamental para nuestro mundo y para el nuevo mundo que está naciendo, añade.

Enumera sus cualidades.

Rusia es el país más grande de la tierra. Comparte una frontera de 4.200 km con China. Tiene una población islámica significativa e inquieta.

Dispone del mayor arsenal de armas de destrucción masiva del mundo, así como de un arsenal nuclear de efectos letales.

Por otro lado, añade Stengel, es el segundo mayor productor de petróleo del mundo después de Arabia Saudí.

Y, en fin, es un actor o mediador indispensable en todo lo que pueda concernir a Oriente Medio.

Por todas estas razones, apostilla Stengel, si Rusia fracasa, todo puede torcerse en los albores del siglo XXI. Y si Rusia tiene éxito como Estado-nación en el conjunto de las naciones, entonces —insiste Stengel— una gran parte de ese éxito se deberá a Vladímir Putin, antiguo agente del KGB.

Añade Stengel: cuando este intenso y melancólico agente de la KGB asume el cargo de presidente de Rusia en 2000, encuentra un país a punto de convertirse en un estado fallido.

Con obstinada insistencia y con una visión aguda de lo que Rusia debe llegar a ser y con la sensación de que encarna el espíritu de la Madre Rusia, Putin volverá a poner a su país en el mapa. Perdonen el topicazo.

Y, ya que hablamos de mapa, el mandatario ruso tiene la intención de volver a dibujarlo o a redibujarlo. Él mismo, añade Stengel.

Aunque dimite como presidente de Rusia (por restricción constitucional), continuará liderando su país como primer ministro, intentando transformarlo en un nuevo tipo de nación, sin deuda pendiente con Oriente o con Occidente.

La imagen de Putin que Time destaca no es exactamente positiva, pues el editorialista subraya su tendencia a la autocracia.

El reconocimiento de ‘Persona del Año’, por parte de Time, no es ni debe verse como un honor, nos advierte Stengel. No es un respaldo, ni el resultado de un concurso de popularidad.

En el mejor de los casos, es un sensor o un chivato acerca del mundo y de su marcha, tal como son. ‘Person of the Year’ es un reconocimiento de los individuos y poderes que dan forma a ese mundo. Para bien o para mal.

En última instancia se trata de liderazgo: un liderazgo incisivo que cambia el estado del mundo, signifique esto lo que signifique.

Putin no es un boy scout, nos advierte Stengel. No es un demócrata al modo en que en Occidente definimos tal cosa. No destaca por defender la libertad de expresión. Más bien, es un líder que la sofoca.

En 2007, Putin dice defender, sobre todo, la estabilidad, el orden: el orden antes que la libertad, el orden antes que la elección, el orden en un país que apenas ha tenido una historia estable.

Desde esas fechas, la figura de Putin se ha agigantado y se ha avinagrado, y su aspecto también se ha agravado. En 2007, Time barajó otras ilustraciones para la cubierta. Aparte de la de Platon, hubo otras no menos significativas.

He tenido la oportunidad de revisar las opciones descartadas y entre ellas hay una que destaca especialmente.

De hecho la reproduzco como si fuera la auténtica cubierta de Time para ese año. Aun cuando nunca llegó a ser impresa para los quioscos figura en los archivos de la publicación.

No es una fotografía. Es una caricatura de Michael Pleesz. La pose da miedo.

Se trata de un fondo rojo, casi infernal, con nubarrones amenazantes, con motivos arquitectónicos y humanos de Rusia bien reconocibles y con un Vladímir Putin rehecho.

El mandatario nos mira con dureza glacial (admítaseme otra vez el tópico expresivo). La cabeza la tiene levemente inclinada, como reservándose y mostrándonos una expresión contenida y dura, casi diabólica y hasta sarcástica.

Este motivo gráfico, descartado por Time, se reproduce en las siguientes instantáneas que ustedes pueden ver y que corresponden a un libro en su versión francesa (2015) y española (2016). Con reedición en 2022.

El título es bien significativo: En la cabeza de Vladímir Putin. Su autor, Michel Eltchaninoff. He leído la edición española de 2016 y he leído el capítulo nuevo de la reedición francesa ampliada y actualizada de 2022.

Sin duda, la caricatura es tremenda y hasta excesiva (la corbata tiene como motivo un surtido de esposas, esposas para las muñecas), pero el libro es clarividente en cualquiera de sus ediciones.

Todo lo que ahora sucede está allí dicho y previsto.

Y no voy a extenderme más…

———

Ilustraciones:

Vladímir Putin por Platon para Time

Vladímir Putin por Michael Pleesz para Time

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