Hace doce años escribí en mi blog un post dedicado a La China popular.
El texto que abajo reproduzco es una parte de la entrada, aquella en la que abordaba la presencia de los asiáticos en España o en mi entorno más inmediato.
La vuelvo a poner aquí sin cambios ni actualizaciones. Reflejaban y aún reflejan mis inquietudes o incertidumbres…

Decía así:
El bar Rioja. Etcétera
[2011]
Desde hace semanas vivo obsesionado. Leo y leo noticias que en principio no me conciernen.
Suelen aparecer en los márgenes de los periódicos, en página par y en un rincón de la plana. Pero las capto de inmediato.
¿Acaso por un interés académico? No: por un interés histórico.
Es China y es el cambio de hegemonía. Su ascensión parece imparable. Vaya descubrimiento, dirán.
Al repasar los periódicos, quedo imantado por toda información referida a dicho país: ¿país, continente, civilización?
Quedo impresionado por la China popular y su crecimiento y me asombra el despliegue de los chinos por el mundo.
Se adueñan pacíficamente de los bienes y los recursos de sus competidores. En muchos sitios, el espacio es ya propiedad de los orientales.
El capitalismo amarillo se extiende y el crecimiento económico del país es inaudito. Como si estuviéramos en los albores de la industrialización.
Imaginamos cuáles son los costes: explotación y polución medioambiental.
Fabrican de todo y eso que elaboran ya no es una simple copia. Ahora se atreven a producir bienes competitivos y atractivos, apoderándose así de franjas decisivas del mercado.
Quizá me equivoque, pero creo haber leído que uno de cada cuatro automóviles que se fabrican en el mundo es chino.
Como creo haber leído que una de cuatro tiendas que abra Inditex en los próximos meses será en aquel territorio. Con los chinos, todo acaba en una cuestión de tamaño, de dimensiones, de índice…
Pero no sólo es lo que hacen o dejan hacer en su tierra. Es lo que hacen fueran de allí.
Leo, por ejemplo, que en España hay ya inmensos polígonos de mercancías en manos de sus nuevos propietarios chinos.
En esos locales almacenan los objetos de consumo que después serán distribuidos y vendidos en los bazares repartidos por las ciudades.
Han aumentado las tiendas, a la vista está, y éstas se expanden ampliando los metros cuadrados de los establecimientos.
¿Cómo?
Estos empresarios orientales están dispuestos a pagar altos alquileres o a comprar los locales: los precios han bajado.
¿Y la financiación?
Según declaraba el presidente de la Asociación Empresarial China de Valencia, por ejemplo, sus connacionales no acuden a los bancos.
Se prestan entre ellos, a través de las redes familiares, para acometer así sus nuevos proyectos.
¿Cuáles?
No sólo la instalación y ampliación de esos bazares. También la obtienen para la rehabilitación y mejora de cervecerías.
Pasó el tiempo de restaurants de comida china. Ahora, los orientales hacen sepionet plancha, calamares romana, patatas bravas: un colorista menú de tapas y raciones.
Aquí, en mi propio barrio: pestañeas y te pierdes un nuevo bar chino, un nuevo bar con el nombre de su antiguo negocio.
¿Cuáles? Toni, Toni2, Rioja, Rioja2, Bar del Jamón Paco. Etcétera.
Hay en Valencia una cervecería en la que quedo a tomar unas cañas con un par de amigos, amigos que frecuentan este blog.
Lo regentan tres jóvenes chinos. Parecen trabajar de sol a sol.
Cuando pasas al lado del establecimiento ya está abierto y allí están cuando te retiras. Por la noche siguen los tres muchachos.
En el salón-comedor tienen desplegada una incongruente bandera española. O al menos a mí me parece incongruente.
Y disponen de dos inmensos plasmas en los que siempre siguen las incidencias futbolísticas del Barça o de La Roja. Los veo hacer aspavientos patrióticos.
El joven chino que habitualmente nos sirve –el que ejerce de jefe de camareros– es muy amable.
Habla trabajosamente el castellano y siempre sonríe, siempre dice que sí con una leve interrogación y siempre atiende con prontitud.
Nunca parece cansado y nunca parece odiar al cliente. Ignoramos cuáles son las condiciones de su contrato: si es parte empresarial o sólo laboral.
¿Quién está dispuesto a trabajar tantas horas? Su caso no es único y la obstinación de los chinos parece imbatible.
Punto y seguido.
——
XinTony
Vuelvo a 2023.
Mi preocupación por la China popular ha crecido de manera obsesiva. Con frecuencia me veo leyendo viejos y nuevos libros.
¿Sobre qué?
Sobre Mao, sobre el maoísmo, sobre la Revolución Cultural, sobre Den Xiaoping, sobre el Partido y ahora, sobre Xi Jin Ping.
Han cambiado muchas cosas desde 2011. El poder de China se ha multiplicado y extendido.
Y todo ello hasta el punto de fabricar no sólo artículos de consumo, sino una buena parte de los chips que necesitamos en Occidente. Aparte, la superpotencia se está armando considerablemente.
A nivel local, en mi barrio, también han cambiado ciertas cosas.
Primero, ya no acudo al bar que describía en 2011. Una mala experiencia con un pescado de dudoso estado…
Segundo, aquellos dos amigos con los que frecuentaba la cervecería atendida por el chino sonriente ya no son tal cosa: quiero decir, ya no son amigos.
Tercero, el Rioja2, que era uno de los clásicos del barrio ha cambiado su nombre. Ahora se llama XinTony y Xin & Tony, que suena al popular cóctel.
En fin, la China adelanta que es una barbaridad. No veré su final, pero seguiré leyendo sobre sus raíces y su expansión.
La vida no dura nada para hacerse una idea de la milenaria China.